Las diferencias entre alto deseo sexual y la adicción al sexo

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Las diferencias entre alto deseo sexual y la adicción al sexo. La sexualidad es uno de los aspectos fundamentales de la calidad de vida de la mayor parte de las personas. No solo es uno de los ingredientes más valorados en las relaciones de pareja por lo general; además, es una fuente de curiosidad, satisfacción, e incluso expresión artística. Sin embargo, tal y como ocurre con todo, el exceso es perjudicial, y dedicar mucho tiempo y/o esfuerzos a la implicación en las actividades sexuales puede causar muchos problemas tanto a corto como a largo plazo.

Por eso, en este artículo hablaremos sobre las claves necesarias para saber distinguir entre la adicción al sexo y el alto deseo sexual.

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Síntomas principales de la adicción al sexo

Mostrar interés y deseo por el sexo, por las relaciones sexuales, no es malo de por sí; al revés, es una conducta normal que suele surgir en las personas, vinculada con la sensación de placer que comporta este tipo de conductas. A fin de cuentas, la sexualidad está fuertemente vinculada a la reproducción, elemento fundamental de la evolución biológica. Sin sexo, animales como el ser humano no podrían haber llegado a existir, y es por eso que está muy insertada en sus patrones de comportamiento y en su manera de vivir.

El problema sucede cuando este deseo es muy intenso, excesivo, repercutiendo en los distintos ámbitos de la vida del sujeto; es decir, anulando su funcionalidad en otras áreas que son importantes para el individuo.

Podemos distinguir distintos síntomas que nos señalan la posible presencia de adicción al sexo: el sujeto muestra pensamientos repetitivos y de manera continuado del sexo o relacionado, presentándose gran parte del día casi todos los días de la semana; el sujeto siente la necesidad de hacer la conducta, deseo intenso, también conocido como craving; presenta anosognosia, que se refiere a la no consciencia del problema; existe una pérdida de control, el deseo domina al sujeto quien no es capaz de controlarlo, derivando así en un malestar o pérdida de funcionalidad.

Asimismo, cuando el paciente no puede satisfacer sus deseos aparece en él una sensación de abstinencia, similar a la presentada en la adicción a las sustancias. Con frecuencia el individuo se muestra irritable si no es capaz de complacer sus necesidades y deseo sexual. Surge una sensación de malestar que el sujeto no puede soportar. Observamos también una dependencia psicológico, que se refiere al pensamiento constante en el sexo perdiendo el interés en otras actividades o ámbitos de su vida, el tiempo dedicado al ámbito sexual, hace que no le quede tiempo para otras actividades.

Por otro lado, cabe decir que no existe consenso científico sobre si lo que solemos llamar “adicción al sexo” es técnicamente una adicción real, comparable por ejemplo a la dependencia del consumo del alcohol. Esto se debe a que no existen evidencias claras de que las personas que sufren este problema con el sexo muestren tolerancia (lo que significa que el individuo necesitará aumentar la frecuencia e intensidad de las conductas sexuales para satisfacer su creciente deseo), algo que sí ocurre en todas las adicciones con el consumo de drogas o la realización de la acción adictiva. Eso sí, independientemente de que encaje o no con esta categoría de patologías, eso no significa que no sea un trastorno que deba ser tratado en terapia, aunque sea como alteración emparentada con otras complicaciones psicológicas y no tanto con la ludopatía, el alcoholismo, etc. Pero el término “adicción al sexo” puede ser útil para referirse de manera aproximada (y no técnica) al problema de dependencia que surge en algunas personas.

Distinción entre fuerte deseo sexual y adicción al sexo

Puede ser difícil distinguir entre un fuerte deseo sexual, por un lado, y la adicción al sexo, por el otro. Ambos conceptos son distintos, teniendo en cuenta la repercusión en la funcionalidad y malestar que puede comportar uno de ellos, la adicción.

En el caso de la adicción al sexo, vemos una pérdida de control, el sujeto es incapaz de control el deseo y la conducta. Del mismo modo, la conducta sexual, en la adicción, no se realiza para obtener placer, sino para disminuir la ansiedad o angustia general. Al final, en la adicción buscamos evitar la sensación de malestar que provoca la abstinencia, evitar la sintomatología que comporta no satisfacer los deseos.

Así, para poder hacer diagnóstico de adicción al sexo deberemos tener en cuenta distintos aspectos como la cantidad de tiempo invertido en realizar la conducta adictiva o los pensamientos relacionados con la conducta, en este caso el sexo. También valoraremos el intento del paciente por tratar de controlar la conducta, que le resulta imposible.

Es importante tener en cuenta cómo el sujeto sigue realizando esta conducta pese a las consecuencias negativas que puede comportar, tanto a nivel cognitivo, emocional como físico.

Como ya hemos apuntado, un factor que debemos tener en cuenta siempre para hacer el diagnóstico de un trastorno es la alteración significativa de la personalidad y/o el malestar que supone para el sujeto o su entorno, si interfiere en su autonomía. Por ejemplo, un nivel alto de deseo sexual no tiene por qué obstaculizar que la persona lleve a cabo sus responsabilidades, pero en la adicción, suele ocurrir que todo queda postergado para otro momento con tal de aplacar la necesidad de tener relaciones sexuales, o de ver contenido para adultos, etc.

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Referencias bibliográficas:

American Psychiatric Association (APA). (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.

Tripodi, M.F., Giuliana, M., Simonelli, C. y Petruccelli, I. (2012) Sexual Addiction Theory, causes and therapy. Medix Publisher Amsterdam.

Hughes, B. (2010) Understanding “sexaual addiction” in clinical practice. Social and Behavioral Sciences.

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autora del artículo

Picture of Por Laura Palomares Pérez

Por Laura Palomares Pérez

PSICÓLOGA - SEXÓLOGA COLEGIADA M-15270

Laura Palomares (Madrid, 1973) se licenció en Psicología en la por la UAM, funda y forma parte de Avance Psicólogos desde el año 1999. Amplía su formación en los siguientes ámbitos de la psicología: Título de Formadora en Sexología por el Instituto de Ciencias Sexológicas (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henarés. Master en Sexología por el Instituto de Sexología de Madrid (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henares. Prácticum en la Sociedad Sexológica de Madrid-Fundación SEXPOL. Título de Especialista en Terapia Gestalt, por la Fundación Laureano Cuesta en la Universidad de Comillas. Especialista en Terapia de Pareja, por el Centro Psicológico Dr. De Francisco. Diploma en Técnicas de Integración Cerebral (TIC), por el Centro de Terapias de Avanzadas. Tras 25 años de experiencia como psicoterapeuta, ahora colabora como divulgadora para medios especializados en el ámbito de la Psicología y la salud.

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