¿Cómo distinguir entre ansiedad patológica y ansiedad normal?

¿Cómo distinguir entre la ansiedad patológica y la ansiedad normal?

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¿Cómo distinguir entre ansiedad patológica y ansiedad normal? Cuando hablamos sobre la ansiedad, en la mayoría de las ocasiones lo hacemos para destacar sus aspectos negativos, lo mal que nos hace sentir. Sin embargo, técnicamente la ansiedad no es nada malo ni puede ser considerado un problema en todos los casos, y de hecho, en la mayoría de ellos nos resulta de ayuda, ya que activa nuestro sistema nervioso y mantiene preparados nuestros músculos en momentos en los que conviene estar alerta y reaccionar con rapidez.

Ahora bien, a veces, la ansiedad genera la aparición de trastornos psicológicos. En situaciones así surge lo que se conoce como ansiedad patológica. Tal y como indica su nombre, esta última no solo no nos ayuda a afrontar situaciones complicadas, sino que supone un obstáculo más entre nosotros y una correcta salud mental.

Pero… ¿Cómo saber distinguir entre ansiedad normal y la ansiedad patológica? Veámoslo a lo largo de este artículo.

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Las claves para distinguir entre la ansiedad patológica y la normal

La ansiedad normal es aquella que existe “por defecto”: genera un cierto malestar pero no llega a incapacitarnos ni a impedirnos pensar en soluciones ante lo que nos ocurre. Del mismo modo, está relacionada con una situación que supone un peligro o riesgo real, y una vez desaparece ese motivo para preocuparnos, la ansiedad vuelve a bajar hasta desaparecer.

Por otro lado, se considera que estamos ante un caos de ansiedad patológica cuando su duración e intensidad están por encima de los límites aceptables, por lo que pierde su función adaptativa y termina convirtiéndose en un problema para el sujeto.

En segundo lugar, la ansiedad patológica resulta desproporcionada al ser comparada con las eventualidades que desencadena estas crisis de malestar, o se da sin existir un peligro inminente real. Es de carácter orgánico, genera un déficit funcional y provoca un malestar en el individuo, quien termina requiriendo ayuda médica.

Otra de las claves para distinguir entre ansiedad patológica y ansiedad normal es que la primera da lugar a un círculo vicioso asociado a la evitación: la persona intenta evitar pensar en lo que le hace sentir de esa forma, y esto hace que le dé mucha más importancia y lo atraiga aún más hacia su conciencia. De este modo, mientras que la ansiedad normal nos da margen de maniobra para ocuparnos de lo que nos preocupa, la patológica nos consume y nos impide ponernos manos a la obra para mejorar nuestra situación.

¿Qué se hace en terapia ante la ansiedad patológica?

Un dato que cabe mencionar es que la Organización Mundial de la salud (OMS) señaló que en todo el mundo son más de 260 millones los individuos que poseen algún trastorno de ansiedad. En este sentido, si notamos que sufrimos significativamente debido a la ansiedad, no sería raro que estemos sufriendo su versión patológica; se trata de alteraciones de la salud mental muy frecuentes.

Por ello, es indispensable identificar cuándo la ansiedad es normal o patológica, porque la patológica debe que ser tratada por un profesional de la salud.

¿Qué se hace en terapia al ayudar a los pacientes con ansiedad patológica? Fundamentalmente, se trabaja desde la psicología y desde la medicina: la primera ofrece psicoterapia y la segunda, sobre todo, psicofármacos de tipo ansiolítico.

Los profesionales de la salud mental nos centramos en conseguir que el sujeto disminuya el malestar vinculado con las preocupaciones y deje de intentar por todos los medios no pensar en lo que le produce angustia y estrés, para salir del círculo vicioso de la ansiedad patológica. El objetivo no es lograr que las preocupaciones no aparezcan, ya que si lo planteamos de este modo, como algo a evitar, solo conseguimos que el sujeto se obsesione más con ello y estas aparezcan más y de manera más intensa, generando mayor malestar.

Así pues, los terapeutas ponemos énfasis en propiciar, mediante la exposición y la modificación de las creencias, que el sujeto pueda convivir con las preocupaciones y pensamientos generadores de ansiedad, para no darles más importancia de la que tienen y no darles más fuerza, siendo así más probable que los síntomas de la ansiedad excesiva disminuyan y tengan lugar con una frecuencia mucho menor.

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Referencias bibliográficas:

Gottschalk, M.G.; Domschke, K. (2017). Genetics of generalized anxiety disorder and related traits. Dialogues in Clinical Neuroscience. 19(2):159 – 168.

Sylvers, P.; Lilienfeld, S.O.; LaPrairie, J.L. (2011). Differences between trait fear and trait anxiety: implications for psychopathology. Clinical Psychology Review. 31(1): pp. 122 – 137.

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autora del artículo

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Por Laura Palomares Pérez

PSICÓLOGA - SEXÓLOGA COLEGIADA M-15270

Laura Palomares (Madrid, 1973) se licenció en Psicología en la por la UAM, funda y forma parte de Avance Psicólogos desde el año 1999. Amplía su formación en los siguientes ámbitos de la psicología: Título de Formadora en Sexología por el Instituto de Ciencias Sexológicas (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henarés. Master en Sexología por el Instituto de Sexología de Madrid (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henares. Prácticum en la Sociedad Sexológica de Madrid-Fundación SEXPOL. Título de Especialista en Terapia Gestalt, por la Fundación Laureano Cuesta en la Universidad de Comillas. Especialista en Terapia de Pareja, por el Centro Psicológico Dr. De Francisco. Diploma en Técnicas de Integración Cerebral (TIC), por el Centro de Terapias de Avanzadas. Tras 25 años de experiencia como psicoterapeuta, ahora colabora como divulgadora para medios especializados en el ámbito de la Psicología y la salud.

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