Crisis de ansiedad, ataques de pánico, ataques de ansiedad… los conocemos por diferentes nombres, pero casi todo el mundo ha oído hablar de ellos o los ha conocido; es posible que hayas sufrido uno (o varios) o que tengas en tu entorno a alguna persona que los haya experimentado. Son una experiencia muy desagradable pero, por desgracia, también relativamente frecuente. Además, a pesar de que algunos se pueden relacionar fácilmente con determinadas situaciones estresantes que actúan como “disparador”, en otras ocasiones pueden presentarse sin un motivo aparente; es decir, que no siempre son una reacción a un evento desagradable sino que pueden presentarse sin previo aviso o sin que podamos saber por qué ocurren.
La primera vez que se vive un ataque de pánico suele producir un gran temor, ya que sobreviene de manera repentina una fuerte sensación de descontrol. De hecho, los ataques de ansiedad pueden resultar tan intensos que a veces se confunden con problemas de salud graves como, por ejemplo, un infarto cerebral o una parada cardíaca. Sin embargo, los síntomas de las crisis de ansiedad no representan ningún peligro grave para la salud. Por eso en este artículo hemos querido recoger los síntomas más habituales de los ataques de ansiedad y algunas pautas básicas para hacerles frente.
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Cómo reconocer un ataque de ansiedad
Para saber identificar las crisis de pánico, tenemos que saber diferenciarlas de la ansiedad en general. La ansiedad es una emoción caracterizada por una cierta inquietud ante un posible acontecimiento negativo, que generalmente se acompaña de preocupaciones y agitación física. Las sensaciones que acompañan a la ansiedad son perturbadoras y pueden sostenerse durante más o menos tiempo.
Los ataques de pánico o “ataques de ansiedad”, como los conocemos más coloquialmente, son episodios que suelen tener una duración de entre 10 y 30 minutos. Se viven con una mayor intensidad y tienen una serie de síntomas físicos, cognitivos y emocionales típicos. A continuación vamos a enumerar algunos de los más frecuentes.
Síntomas fisiológicos del ataque de ansiedad: las sensaciones
Algunos de los síntomas más habituales de los ataques de ansiedad son aquellos que tienen que ver con la respiración. La mayoría de las personas que sufren o han sufrido ataques de pánico experimentan hiperventilación (una respiración más rápida e intensa, en la que se inhala más oxígeno del necesario), sensación de falta de aire y ahogo o incluso sensación de opresión y/o dolor en el pecho.
Otros síntomas físicos frecuentes son la taquicardia (el latir rápido del corazón), la sensación de mareo, la sudoración y hormigueo o temblores en los brazos y en las piernas. En un ataque de pánico puede presentarse sólo uno de estos síntomas o todos ellos a la vez.
Síntomas cognitivos del ataque de ansiedad: los pensamientos
Como los síntomas fisiológicos suelen ser los primeros en presentarse, en el momento en el que los percibimos es frecuente que empecemos a tener pensamientos sobre ellos. Generalmente aparecen preocupaciones cuando interpretamos de manera alarmante y catastrófica lo que está ocurriendo a nivel corporal; así, podemos tener pensamientos como “Esto es un ataque al corazón”, “Voy a desmayarme”, “Estoy perdiendo la cabeza” o incluso “Creo que me voy a morir”.
Además de estas preocupaciones, como puede parecer lógico, la intensidad de los ataques de ansiedad también puede tener efectos sobre, por ejemplo, nuestra capacidad de concentración y orientación. Por eso es muy común que, al tener una crisis de pánico, aparezcan otros síntomas cognitivos como la desorientación o la desrealización y despersonalización (la percepción de que la situación que se está viviendo no parece real y la de no reconocernos en ese momento, respectivamente).
Síntomas afectivos del ataque de ansiedad: las emociones
A nivel emocional, los ataques de pánico suelen vivirse con un miedo intenso, especialmente cuando el malestar ocasionado por los síntomas fisiológicos es interpretado de manera catastrófica (como hemos visto en el apartado dedicado a la sintomatología cognitiva). Este es uno de los puntos en los que se diferencia el pánico de la simple ansiedad: como ya decíamos en la introducción del artículo, la ansiedad es un estado de inquietud que experimentamos cuando anticipamos un posible evento indeseable; cuando se produce un ataque de pánico, la emoción no es ya tanto de ansiedad como de miedo.
De hecho, el miedo puede no presentarse solamente durante el ataque de pánico, sino también después. Algunas personas, al haber vivido con tanto malestar la experiencia de la crisis de ansiedad, pueden desarrollar un gran temor a que estos episodios puedan volver a darse.
Síntomas conductuales del ataque de ansiedad: las acciones
Durante los ataques de ansiedad es común que las personas busquen estrategias para frenar las sensaciones desagradables de la manera más rápida posible. Algunas personas se sientan o se tumban, otras respiran dentro de una bolsa, toman ansiolíticos… lo que sea con tal de lograr que el ataque de pánico se termine cuanto antes.
Esto es algo prefectamente comprensible, pero el problema es que hay algunos comportamientos que pueden contribuir a los propios síntomas de la ansiedad y el pánico. Algunas personas, por ejemplo, desarrollan hipervigilancia; es decir, comienzan a estar constantemente pendientes de cualquier mínimo cambio en sus sensaciones que pudiera parecerse a uno de los síntomas que han experimentado en ataques anteriores. También son muy comunes las conductas de evitación, o sea, el intentar no entrar en contacto con nada que pueda activar la ansiedad. Estos comportamientos pueden parecer efectivos a corto plazo para huir del malestar, pero a largo plazo pueden hacer que la situación empeore.
Cómo afrontar los ataques de ansiedad
Los ataques de pánico son muy desagradables, pero se pueden manejar. Para hacer esto más fácil es importante contar con información. Ayuda bastante saber que tener un ataque de pánico no implica que esto vaya a repetirse con frecuencia ni que vaya a sobrevenir un problema grave (ni mucho menos, la muerte). Muchas personas experimentan ataques de ansiedad ocasionalmente pero sólo un porcentaje reducido desarrollan un trastorno de pánico.
Por eso, ante una crisis de ansiedad, lo mejor que puedes hacer es… nada. Suena contraintuitivo, lo sabemos, pero cuando no haces nada con tus síntomas de pánico estos terminan por desvanecerse por sí solos. O sea, que si tienes un ataque de pánico, trata de recordar que es un conjunto de sensaciones pasajeras; si aprendes a estar con ellas sin intentar escapar de ellas, se irán de la misma manera que aparecieron. No es fácil, pero es la mejor estrategia de afrontamiento que se conoce para prevenir su cronificación.
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En resumen
Como ya hemos mencionado en un punto anterior del artículo, los ataques de ansiedad en sí no son peligrosos. Sin embargo, es posible desarrollar problemas de ansiedad y/o pánico cuando no se afrontan adecuadamente. O sea, que muchas veces el problema no es la ansiedad en sí, sino lo que hacemos cuando la sentimos. Es perfectamente comprensible que, al experimentar unos síntomas tan desagradables como los que acabamos de enumerar, lo que intentemos sea eliminarlos lo antes posible.
El problema que encontramos aquí es que los intentos por escapar de las sensaciones de la ansiedad pueden incrementarla, y en estos intentos muchas personas terminan desarrollando comportamientos de evitación que pueden limitar mucho su día a día. Por eso es importante tener en cuenta que el afrontamiento más eficaz de la ansiedad es el que se hace viviéndola, no evitándola.
Terapia para afrontar la ansiedad
Todo es más fácil en la teoría que en la práctica, ¿verdad? Somos conscientes de que, por mucho que sepas qué es lo que hay que hacer ante los ataques de ansiedad, cuando los experimentas en primera persona puede resultar muy difícil aplicar estas pautas. Por eso la terapia psicológica se vale de técnicas como la psicoeducación, la reestructuración o la defusión cognitiva, la respiración diafragmática, el mindfulness, la regulación emocional, la desensibilización sistemática y la exposición en imaginación o en vivo para afrontar las crisis con mejores herramientas. También hay personas que optan por el tratamiento psiquiátrico, el cual incluye la toma de determinados fármacos.
En Avance Psicólogos encontrarás profesionales de diferentes especializaciones que pueden ayudarte a trabajar en caso de que sufras ocasional o habitualmente ataques de pánico. Te ofrecemos sesiones virtuales y presenciales en Madrid, por lo que puedes elegir la modalidad de terapia que más te convenga. Será un placer ayudarte en tu terapia para afrontar la ansiedad.
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