Ayuda psicológica: ¿Cómo y cuándo pedirla?

Ayuda psicológica: ¿Cómo y cuándo pedirla?

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No es nada sencillo saber cuándo se necesita ayuda profesional ante una situación y más si lo que se necesita es ayuda psicológica. Por lo general, tendemos a intentar solucionar los problemas siempre antes por nosotros mismos, y como última opción, pedimos ayuda.

Además, si lo que necesitamos es ayuda psicológica nos cuesta el triple. “Pero ¿realmente estoy tan mal?”, ¿en qué me puede ayudar una terapia que no pueda resolver yo solo?”, “Para hablar de mis problemas ya se lo cuento a un amigo”. Estos pensamientos son los que nos suelen aparecer cuando nos encontramos ante momentos difíciles de nuestra vida y que no sabemos manejar. Es cierto que muchos problemas del día a día no tienen solución (por ejemplo, la muerte de un ser querido, una ruptura o la forma de ser de alguien con quien convivimos) y no podemos hacer nada por cambiarlo. Pero también es cierto que la psicología es una profesión que va mucho más allá de la escucha y que su propósito no es cambiar lo que te rodea o ver las cosas de manera más positiva, si no afrontar de distinta manera aquello que te sucede.

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¿Cuándo pedir ayuda psicológica?

Imagina que vas caminado por el campo y, de repente, caes en un gran hoyo. Intentas saltar para conseguir salir, pero no llegas. En la mochila que llevas, ves que hay una pala. Es la única herramienta que llevas contigo. Con esa herramienta lo único que se te ocurre es cavar. Cavas y cavas, pero ves que aun así no consigues salir del hoyo. Incluso, el hoyo se va haciendo cada vez más y más profundo, alejándote de la superficie. Te das cuenta de que cavar no es la solución, que estás equivocado y que lo que creías que era la solución se está convirtiendo en un problema.

Es en este tipo de situaciones cuando es necesario pedir ayuda psicológica. Estamos de acuerdo en que no es fácil saber cuándo uno se encuentra en tal situación, dado que no es fácil reconocer que se está equivocado. Pero, en resumen, la ayuda psicológica es necesaria cuando todo lo que has intentado para solucionar el problema no está funcionando.

Otras señales que te están indicando que necesitas ayuda psicológica son las siguientes:

1. Sientes malestar general

Sientes que tus emociones están apagadas o, por el contrario, las vives muy intensamente. A lo mejor sabes a qué se debe o a lo mejor no, pero el malestar o la insatisfacción es algo que forma parte de tu día a día. Esto te genera mucha angustia y no sabes cómo manejarla, lo cual a su vez afecta a tu estado de ánimo, a un área concreto de tu vida o a tu rutina.

2. Tus seres queridos están preocupados por ti

Se han dado cuenta de que no estás bien y te lo han comentado. Para ello, han utilizado frases como “deberías ir al psicólogo” o “¿por qué no buscas ayuda psicológica?”. Ojo, esto puede, además, ser señal de que tus personas de apoyo se han cansado de escucharte, ya no saben cómo ayudarte o cómo apoyarte y se sienten sobrecargados y por eso te dicen que pidas ayuda profesional.

3. Estás abusando de alguna actividad o sustancia para intentar sentirte mejor

Quizás estás recurriendo a las drogas o a alguna actividad (compras, apuestas, videojuegos, deporte, vomitar, atracones de comida, etc.) de forma compulsiva para aliviar ese malestar y esa angustia. Mientras consumes o estás haciendo esas actividades te olvidas, te sientes mejor, pero luego el malestar vuelve.

4. Te estás automedicando

Esto es peligroso. No todos los tratamientos psiquiátricos son para todo el mundo y la medicación, aunque es un buen recurso en muchos casos, depende del contexto de la persona y del problema psicológico que esté sufriendo.

¿Cómo pedir ayuda psicológica?

Si has llegado a leer hasta aquí es porque te estás planteando pedir ayuda psicológica. ¡Enhorabuena! Sabemos que es un paso grande y que cuesta mucho dar. Ahora, lo que tienes que hacer es plantearte una serie de cuestiones:

1. ¿Qué tipo de ayuda psicológica necesito?

Una vez has identificado tu problema, has de saber que, aunque la mayoría de los psicólogos y psicólogas están habilitados para tratar cualquier problemática psicológica, también la mayoría cuentan con algún tipo de especialización. Por ejemplo, si tu problema está relacionado con la comida deberás buscar a alguien especializado en trastornos de la conducta alimentaria; si estás abusando de alguna sustancia, alguien con especialidad y experiencia en adicciones, o si es algún problema de índole sexual, alguien especializado en sexología.

2. ¿Me vale cualquier psicólogo o psicóloga?

Si no tienes bien identificado tu problema o el motivo por el que no estás bien, no te preocupes, acude a una psicóloga primero para que evalúe tu problemática. El o la profesional que te atienda sabrá derivarte a otro que está más familiarizado y que tenga más experiencia con tu situación o problema.

3. ¿En qué me debo fijar en la primera sesión?

Lo más importante es que te hayas sentido a gusto. A lo mejor no te da tiempo a explicar todo lo que te ocurre en una hora, pero ya habrá tiempo para eso. Déjate guiar por la psicóloga y al mismo tiempo déjate llevar por lo que sientes y lo que quieres contar. Si sientes que ha respetado tu ritmo y que te ha escuchado es señal de que vas a formar con ese profesional una buena alianza terapéutica.

¿En qué consiste la ayuda psicológica?

“¿Cómo va a ayudarme un psicólogo o una psicóloga?”, “¿De qué sirve la terapia psicológica?”. Estos también son pensamientos frecuentes una vez iniciado el proceso terapéutico, incluso cuando ya llevas unas cuantas sesiones.

La terapia psicológica se divide en tres periodos que podemos llamar fases: fase de evaluación, fase de intervención y fase de seguimiento. No son fases como tal, dado que ninguna de ellas tiene un principio y un fin, pero nos ayudan a ver que la terapia tiene una consistencia y una estructura. A continuación, te las explicamos:

1. Fase de evaluación

Esta fase consiste en unas tres o cuatro sesiones cuyo objetivo son conocer a la persona, su contexto y cómo se ha desarrollado el problema por el que pide ayuda psicológica. En realidad, esta fase está presente a lo largo de todo el proceso, ya que nunca se deja de conocer a alguien y es tarea del terapeuta evaluar las conductas del paciente. Además, en esta fase se concretarán los objetivos que se quieren alcanzar con la terapia.

2. Fase de intervención

Una vez el o la terapeuta conoce todo el conglomerado del problema (cómo empezó, cómo evolucionó y por qué y cómo se mantiene) te lo explicará de forma que lo entiendas. Después, te dará herramientas para romper con el círculo vicioso que mantiene el problema y para que desarrolles nuevas estrategias de afrontamiento. En esta fase, se revisará si funcionan.

3. Fase de mantenimiento

Cuando las nuevas estrategias ya se han aplicado y comprobado que funcionan se van espaciando las sesiones para ver cómo te las apañas sin tu terapeuta y sin la ayuda psicológica. El objetivo es ver si has interiorizado todo lo aprendido durante tu proceso terapéutico.

No obstante, toda terapia trabaja a través del diálogo y la relación terapéutica. La ayuda psicológica no es únicamente un intercambio de técnicas y estrategias que se dan y hay que aplicar y funcionan o no funcionan. Muchas de ellas, si no todas, son herramientas que requieren de práctica, es decir, se tratan de un proceso de aprendizaje que requiere tiempo.

Conclusiones

Puede resultar difícil diferenciar cuándo tenemos un mal día de cuándo estamos pasando una mala racha que parece no tener fin. A veces, nos encontramos en momentos de la vida en los que, por más que lo intentamos no conseguimos salir del pozo, buscamos soluciones, qué podemos hacer para salir, pero resulta que no estamos utilizando las herramientas adecuadas. No sabemos cómo puedes salir de este hoyo, pero lo que sí sabemos es que lo que estás haciendo no está funcionando. Por lo tanto, lo que busca la psicoterapia es ayudarte a encontrar otras herramientas u otras alternativas.

Según el tipo de terapia, las fases pueden ser más o menos duraderas; por ejemplo, las terapias psicodinámicas. Sin embargo, las terapias de tercera generación, por lo general, se centran en los objetivos del paciente y, una vez alcanzado estos, es la hora de dar el alta. Si la terapia continúa o no (bien porque no te sientes preparado para continuar a solas o bien porque quieres seguir trabajando en otros objetivos que han ido surgiendo) es decisión del paciente. Aun así, lo aconsejable es que la persona pruebe con las herramientas que ha aprendido a lo largo del proceso terapéutico; de lo contrario, la terapia no acabaría nunca.

Nuestro mejor consejo es que si no estás bien no dejes de pedir ayuda psicológica: no lo dejes para el último momento o como último recurso. Cuando antes vayas a terapia, antes te encontrarás mejor.

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Referencias bibliográficas:

Yalom, I. D., & Fernández, J. S. (2018). El don de la terapia. Destino.

Gonzalez-Pando, D. El uso de metáforas como instrumento de cambio en salud mental.

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autora del artículo

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Por Brenda Ruano Bodemer

PSICÓLOGA SEXÓLOGA COLEGIADA M-34490

Brenda Ruano Bodemer (Madrid, 1993) se graduó en Psicología por la UCM. Trabaja en la consulta privada desde 2016. Desde entonces, lleva formándose en distintos ámbitos de la psicología: Máster en Sexología, educación sexual, asesoramiento y terapia sexual (UCJC, IUNIVES), Máster en Psicología General Sanitaria (Universidad de Nebrija). Título en Psicología Afirmativa en Diversidad Sexual y de Género (COP). Además de la consulta privada, ha trabajado en centros de día de adicciones y, actualmente, imparte talleres de Educación Sexual en institutos y da formación a profesores sobre Educación Sexual.

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