¿Cómo cambia la vida tras la paternidad y maternidad? Aunque está claro que cada caso es único, hay algunos patrones generales que suelen aparecer en la experiencia de la paternidad y la maternidad. Y como la experiencia de tener un bebé supone un antes y un después en el modo de vivir el día a día, la mayoría de estas tendencias tienen que ver con maneras de pasar por un proceso de cambio; cambio en las emociones y sensaciones que hay que afrontar, en las actividades y rutinas de lo cotidiano, y en el modo de mantener relaciones sociales y afectivas.
Así pues, veamos cuáles son esas alteraciones, cómo cambia la vida tras la paternidad y la maternidad (para lo bueno y para lo malo).
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¿Cómo cambia la vida tras la paternidad y maternidad?
Es muy fácil asumir que todas las transformaciones asociadas al nacimiento de un hijo o una hija tienen que ver con el esfuerzo y el sacrificio, o por la felicidad y la ilusión por ser un padre o una madre; este no es el único tipo de cambios generados por la llegada a nuestras vidas de un bebé, y la mayoría de ellos no pueden ser clasificados fácilmente en las dos categorías estancas de malestar y bienestar.
1. Cambia la relación de pareja
En los casos en los que el nacimiento del bebé ocurre en el contexto de una relación de pareja, ya sea un noviazgo o un matrimonio, esta situación suele transformar las dinámicas de convivencia e incluso el vínculo afectivo. Ello se nota sobre todo en el hecho de que las veladas a solas pasan a compartir importancia con el valor de estar criando un hijo o una hija juntos, un proyecto a muy largo plazo. Esto último no tiene por qué ser experimentado simplemente como una carga o un sacrificio; en muchos casos, es una fuente extra de motivación e ilusión por estar juntos en esta relación, por compartir una experiencia única.
2. El cuidado de mantener el hogar seguro puede generar ansiedad
Es muy común que con la paternidad y la maternidad llegue la necesidad de asegurarnos de que todos los rincones del hogar son seguros para un bebé. Esto nos lleva a una mentalidad hiper-vigilante que produce un claro desgaste psicológico a medio y largo plazo, y que incluso puede producir dificultades para dormir y descansar correctamente (incluso si el niño o la niña no nos despierta con sus ruidos durante la noche).
3. Puede surgir la depresión postparto
Se estima que entre el 10 y el 15% de las mujeres que tienen un bebé sufren lo que se conoce como depresión postparto poco después del nacimiento. Este es un trastorno de ansiedad que ha sido vinculado a los cambios bruscos en los patrones de liberación de hormonas que tienen lugar tras el parto, aunque probablemente también tiene otras causas que se combinan con las anteriores, y se está investigando hasta qué punto algunos padres llegan a desarrollar alteraciones emocionales parecidas después de tener un bebé.
Sus síntomas son ligeramente menos intensos que los de la depresión clínica convencional, aunque no hay grandes diferencias en lo cualitativo: las experiencias más comunes son la desmotivación por involucrarse en tareas, la preferencia por mantener un estilo de vida basado en la soledad, los ataques de llanto incontrolables y sin causas claras, y el sentimiento de desesperanza ante lo que está por llegar.
4. Hay que gestionar el estrés generado por la nueva fuente de gastos
Un bebé llega siempre con muchos gastos que asumir, y este cambio tan brusco en las finanzas familiares supone un fuerte golpe para la estabilidad emocional de no pocos padres y madres. El simple hecho de tener que planificar prácticamente todos los gastos y de pensar en hacer recortes en aquello que se solía comprar mensualmente es algo que produce estrés.
5. Surgen nuevos procesos de aprendizaje y autoconocimiento
La maternidad y la paternidad son también vivencias que nos permiten conocernos mejor a nosotros mismos, al ponernos en la necesidad de aprender habilidades nuevas. Si es bien gestionado, esto puede servir incluso para reforzar nuestra autoestima, comprender mejor nuestros intereses y valores, y animarnos a probar experiencias que jamás nos habríamos planteado en otras situaciones.
6. Ofrece una visión más rica de la vida de los propios padres
Del mismo modo en el que tener un hijo nos ayuda a conocernos, también nos ofrece una visión más rica en matices acerca de aquello por lo que tuvieron que pasar nuestros padres; valorado en retrospectiva, esto puede hacernos sentir un aprecio renovado por ellos.
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Referencias bibliográficas:
Sholevar, G.P. (2003). Family Theory and Therapy. In Sholevar, G.P. & Schwoeri, L.D. Textbook of Family and Couples Therapy: Clinical Applications. Washington, DC: American Psychiatric Publishing Inc.
Workman, J.L.; Barha, C.K.; Galea, L.A. (2012). Endocrine substrates of cognitive and affective changes during pregnancy and postpartum. Behavioral Neuroscience, 126(1): pp. 54 – 72.