La ansiedad está en la raíz de buena parte de los motivos por los que las personas acuden a la consulta del psicólogo. Por eso, es importante conocer a grandes rasgos cuáles son las principales características de los problemas de ansiedad, de manera que a las primeras señales de que los sufrimos, podamos acudir a psicoterapia antes de que la situación se complique.
Así pues, en estas líneas encontrarás la información más relevante para identificar los problemas psicológicos asociados a la ansiedad y tomar medidas sin dejar que se cronifiquen.
Las claves para saber si sufres problemas de ansiedad
Para ser capaz de detectar problemas de ansiedad, hay que tener claras tres cosas.
En primer lugar, hay que saber que aunque la ansiedad siempre genera cierto malestar, no es por ella misma algo malo. De hecho, si una persona nunca experimenta ansiedad, eso es una señal de que algo va mal, y posiblemente tenga una malformación o haya sufrido una lesión en alguna parte del sistema nervioso central. Esto es así porque en la gran mayoría de las ocasiones resulta útil tener la capacidad de estar ansiosos: nos ayuda a estar alerta y a pasar a la acción rápidamente en situaciones de peligro o en las que detenernos a pensar mucho puede hacer que perdamos grandes oportunidades.
En segundo lugar, hay que tener claro que todos los trastornos de ansiedad comportan problemas de ansiedad, pero al revés no ocurre lo mismo. Es perfectamente posible no cumplir los criterios diagnósticos de un trastorno de ansiedad y, a pesar de eso, sufrir un malestar significativo que es recomendable tratar en psicoterapia.
Y en tercer lugar, solo los profesionales de la salud mental están formados y capacitados para diagnosticar trastornos mentales asociados a la ansiedad; por el hecho de sentirnos ansiosos no debemos asumir que hemos desarrollado una psicopatología.
Dicho esto, veamos cuáles son las señales más frecuentes que delatan la existencia de un problema de ansiedad (no hace falta que sufras todas estas experiencias a la vez).
1. Sufres miedos irracionales que te llevan a perder el control
Los miedos intensos e irracionales causados por objetos, animales o situaciones se conocen en psicología como “fobias”; se trata de un conjunto de trastornos de ansiedad que pueden afectar de manera muy profunda a la vida de una persona que padece este tipo de malestar y que producen “picos” en el nivel de activación del sistema nervioso en situaciones en las que esto resulta contraproducente (porque no sirve para evitar riesgos reales).
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Este tipo de miedos siempre deben presentarse ante situaciones que objetivamente no suponen ningún peligro para la mayoría de las personas y muchas de estas fobias suelen originarse en la infancia ante situaciones traumáticas o estresantes, o también a edades más adultas, aunque con menor frecuencia.
Existen muchos tipos de fobias (miedo a volar, a los lugares cerrados, a las arañas, a los aviones, a las jeringas, a la sangre, etc.) y todas ellas deben ser tratadas mediante un proceso de psicoterapia dirigido por un profesional de la psicoterapia.
2. El temor a lo que piensen de ti te lleva a aislarte
Como los seres humanos damos mucha importancia a las relaciones sociales, es relativamente fácil que esto dé lugar a complejos o ciertas formas de inseguridades y falta de confianza en uno mismo frente a los demás. Las personas con mucha timidez suelen tener miedo a sufrir rechazo o a dar una mala impresión a quienes no las conocen bien, y en los casos más extremos, esto se transforma en un verdadero pánico a las interacciones con desconocidos o semidesconocidos.
En todos estos casos, la gasolina de estos miedos tiene que ver con los pensamientos intrusivos que nos hacen pensar en la supuesta mala imagen que damos o que daremos en una conversación; la ansiedad anticipatoria hace que nos auto-saboteemos y que nos comportemos como alguien que ya de primeras merece el menosprecio de los demás. El resultado habitual de estas experiencias es que tendemos a aislarnos socialmente, para o pasar por el mal trago de sentirnos juzgados.
3. En algunos momentos, sientes pánico y crees que puedes morir sin saber la causa
Este tipo de experiencias son propias de trastornos de ansiedad muy incapacitantes; sin saber muy bien cómo, creemos que nuestro corazón puede detenerse o que podemos “olvidarnos de respirar”, algo que a su vez altera nuestro ritmo cardíaco y acelera nuestra respiración, dando lugar a un círculo vicioso. Esto puede ocurrir incluso aunque no seamos capaces de detectar una supuesta “fuente de peligro” más allá de nuestro propio cuerpo.
4. Eres incapaz de “desconectar” de tus responsabilidades
Esto es muy común en personas que siguen sintiéndose en estado de alerta una vez ha terminado su jornada laboral; no son capaces de entrar en una mentalidad distinta a la de su rol profesional. Debido a ello, siguen pensando en sus tareas a realizar al día siguiente, y eso les genera un desgaste psicológico importante, que les impide disfrutar de su tiempo libre y les genera problemas de insomnio.
5. Ante la incertidumbre, das pie al máximo pesimismo
Otro de los problemas de ansiedad más comunes es interpretar la falta de información sobre algo como una señal de que algo no va bien, o que la situación que más tememos va a producirse. Esta tendencia a “rellenar” nuestro desconocimiento con malas noticias imaginarias no es más que una manera de seguir manteniendo un alto nivel de ansiedad que no termina de desvanecerse del todo en ningún momento y puede durar días o semanas; cuando una preocupación demuestra ser infundada, buscas otros motivos por los que seguir en un estado de preocupación.
6. Inquietud casi constante
La inquietud permanente tanto física como intelectual y psicológica, así como una sensación de nerviosismo constante, agitación o tensión es otro de los síntomas que experimentan las personas con casos de ansiedad severa. Al desarrollar este fenómeno psicológico, sentimos que albergamos mucha energía y no sabemos cómo darle salida y ello nos genera malestar, o bien sentimos que estamos alerta y somos muy sensibles ante cualquier estímulo ambiguo o inesperado.
Esta inquietud se relaciona también con la preocupación permanente anteriormente comentada y genera que la persona tenga una sensación de peligro inminente, así como de pánico por una catástrofe cercana que tendrá consecuencias funestas.
Este es el principal motivo por el que las personas con trastornos graves de ansiedad no pueden estar relajados en ningún momento y les resulta muy difícil dejar de pensar en sus preocupaciones diarias.
7. Tendencia a complicarse la vida para evitar la exposición a miedos irracionales
Es muy típico de las personas con fobias que inviertan más esfuerzo o tiempo del normal en evitar lo que les genera un miedo inexplicable; por ejemplo, tomar siempre el amino más largo al trabajo con tal de no pasar por delante de cierta casa. Y en versiones menos extremas, estos patrones de conducta también pueden estar presentes en quienes, a pesar de no sufrir una fobia porque su problema no es tan extremo, sí tienen un problema de ansiedad y tienden a complicarse demasiado la vida y a auto-sabotearse para intentar evitar algunas situaciones que preferirían no tener que afrontar, aunque eso les produzca quebraderos de cabeza a la larga.
8. Problemas de relaciones sociales
Estos problemas de relación son más comunes en personas con fobias de tipo social, ansiedad generalizada o agorafobia.
No obstante, también pueden presentar problemas de relación social personas con TEPT o con cualquier otro tipo de trastorno relacionado con los traumas, un grupo de psicopatologías muy emparentadas con los trastornos de ansiedad aunque técnicamente no forman parte de esta categoría.
9. Pensamientos obsesivos
Los pensamientos obsesivos son síntomas clásicos en aquellas personas con trastornos de tipo fóbico o con trastornos de ansiedad generalizada.
Estos pensamientos consisten en una obsesión permanente por aquello que les genera miedo, terror o angustia, o simplemente les genera ansiedad y sufrimiento solo con pensar en ello.
Estos pensamientos son recurrentes durante buena parte del día y generan un gran malestar a nivel físico y mental en la persona que los alberga en su mente.
10. Problemas para concentrarse
Como nuestra atención queda desplazada hacia la búsqueda de indicios de que deberíamos reaccionar rápidamente para no correr peligro o perder oportunidades, eso hace que al sufrir un exceso de ansiedad nos cueste más de lo normal concentrarnos en las tareas del día a día.
11. Situaciones frecuentes en las que sientes que pierdes el control
En las crisis de ansiedad o en los momentos en los que una fobia se manifiesta, sentimos que perdemos el control sobre nuestro cuerpo, fenómeno que va de la mano de una hiperactivación del sistema nervioso con todo lo que comporta: subida de la presión sanguínea y de la frecuencia respiratoria, sensibilidad a los estímulos, etc. Esto se asocia a la respuesta de “fight or flight” que se activa en nosotros al sentirnos en peligro. Muchas veces, esto ocurre a la vez que nos pasan por la cabeza todo tipo de predicciones catastróficas sobre lo que nos ocurrirá (por ejemplo, que nuestro corazón dejará de latir, que nos tragaremos la lengua, etc.).
12. Insomnio
Los problemas de ansiedad dan lugar muchas veces a los problemas de insomnio; es difícil conciliar el sueño si siempre estamos “en alerta” o pensando en lo que nos preocupa.
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Referencias bibliográficas:
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