¿Cómo se combinan la psicoterapia y la psiquiatría?
¿Cómo se combinan la psicoterapia y la psiquiatría? La terapia psicológica y la intervención psiquiátrica son dos maneras claramente distintas de ayudar a los pacientes aquejados de problemas de salud mental; sin embargo, una no excluye a la otra.
En este artículo veremos cómo estos dos ámbitos de trabajo pueden ser utilizados a la vez, es decir cómo se combinan la psiquiatría y la psicoterapia desde sus respectivas maneras de entender las psicopatologías.
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Empecemos viendo un resumen acerca de en qué consisten cada una de estas modalidades de intervención en pacientes, para conocer mejor sus características y las diferencias que hay entre ambas.
La psiquiatría es ante todo una rama (es decir, especialización) de la medicina, y por ello, en este ámbito de trabajo se entiende que aquello que se trata en terapia es fundamentalmente un problema de salud con buena parte de sus causas en el cuerpo del paciente.
Así, en la intervención psiquiátrica se realizan diagnósticos de carácter médico que definen qué clase de problema afectan al paciente, y para ello se parte un modelo explicativo biomédico. Eso significa que a la hora de analizar la alteración que afecta a la persona, se realizan hipótesis sobre posibles fallos de funcionamiento de su sistema nervioso, de su sistema endocrino, etc. La terapia también estará centrada en generar cambios físicos en el funcionamiento de los procesos biológicos que afectan a la conducta y a los procesos mentales; por ello, una de las formas de intervención más frecuentes en psiquiatría consiste en recetar psicofármacos y supervisar los efectos que van produciendo en el paciente.
La terapia psicológica no es un área de especialización de la medicina, sino de la psicología. Por ello, no parte del modelo biomédico, sino que tiene en cuenta muchos más factores del contexto en el que vive la persona; en ella se suele trabajar a partir del modelo bio-psico-social.
El objetivo de la psicoterapia no es tanto generar cambios físicos en el sistema nervioso de la persona (y en los procesos biológicos asociados a este, como las dinámicas de liberación de hormonas) sino hacer que la persona interiorice nuevos patrones de comportamiento y de pensamiento que le ayuden a afrontar su problema o que hagan que su problema quede mitigado o desaparezca.
Las diferencias que existen entre la psicoterapia y la psiquiatría no son motivos para asumir que ambas disciplinas rivalizan entre sí. A la práctica, ambas se complementan bien o incluso son necesarias para intervenir por una doble vía en los trastornos psicológicos y psiquiátricos.
La intervención psiquiátrica es capaz de ofrecer a muchos pacientes soluciones relativamente sencillas y de resultados rápidos ante problemas que les generan mucho malestar o les llevan a ponerse en peligro; por ejemplo, la medicación suele ser importante en persona que han desarrollado patologías como el trastorno bipolar, el trastorno límite de la personalidad, el TOC, etc. Mediante el apoyo psiquiátrico también es posible evitar que algunas personas se perjudiquen probando por su cuenta maneras arriesgadas o dañinas, como por ejemplo la retirada repentina de ciertas drogas que en caso de dejar de estar disponible en el cuerpo del adicto de la noche a la mañana, pueden incluso llevar a la muerte.
Así, la intervención psiquiátrica es útil para mitigar síntomas a medio plazo, y para potenciar el equilibrio emocional y evitar la aparición de brotes y crisis agudas.
Por su parte, la psicoterapia hace posible que las personas aprendan patrones de conducta y de interpretación de la realidad que les ayudarán a medio y largo plazo a dejar de comportarse de maneras que favorezcan la recaída en el problema que les afecta (o el mantenimiento de este a través de acciones que realizan sin darse cuenta). Así, el objetivo de la psicoterapia es modificar el modo en el que el paciente se relaciona con el entorno, con los demás y con sus propios pensamientos y sentimientos de manera que pueda vivir mejor y adoptar una mentalidad constructiva ante lo que le produce malestar.
De este modo, mientras que los psiquiatras se encargan de debilitar o anular temporalmente los síntomas, los psicoterapeutas favorecen que la persona adopte un modo de vida que la aleje de la aparición de esas fuentes de malestar, partiendo de la idea de que la conducta influye tanto a favor como en contra de esos síntomas.
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