¿Cuál es la importancia de la comunicación entre padres e hijos adolescentes? Los cambios (no sólo físicos) que supone la adolescencia pueden llegar a crear una considerable ansiedad en los adolescentes, que repercute directamente en sus relaciones con los familiares más directos, especialmente con sus padres. Es por ello por lo que resulta imprescindible que la comunicación que se establezca entre ambos sea la correcta y que permita al joven desarrollarse emocionalmente de forma adecuada.
La adolescencia se caracteriza por un intento de emancipación de las figuras paternales que coincide con una etapa donde los jóvenes todavía son económica y emocionalmente dependientes de ellos. Se establece así una contradicción en el adolescente que, si no se gestiona de forma correcta, puede derivar en conflictos y, en casos complicados, en una comunicación prácticamente nula.
El papel de los padres en este sentido es crucial para convertir esta etapa compleja en algo más fácil y llevadero. Para empezar, deben tener muy presente que la comunicación es algo básico, pues a través del diálogo se pueden solventar los posibles problemas y conflictos potenciales. Una buena comunicación pasa también con hacer ver al adolescente que estamos dispuestos a escucharle y, sobre todo, a no juzgarle.
A continuación, vamos a tratar la importancia de la comunicación entre padres e hijos adolescentes y te propondremos pautas de conducta para facilitar la relación y fomentar el diálogo.
Nuestra Terapia para Adolescentes
La importancia de la comunicación con los adolescentes
Ya hemos comentado cuán importante es comunicarse adecuadamente con nuestros hijos adolescentes para garantizar un desarrollo correcto de su personalidad y evitar conflictos. Existen, en concreto, algunos elementos cruciales, que comentamos a continuación:
1. Se trata de un proceso
El “milagro” no ocurrirá en seguida, puesto que trabajar la comunicación requiere esfuerzo y tiempo. Por tanto, los padres deberán recurrir a su paciencia y comprensión y tener muy claro que su hijo o hija necesita también su tiempo.
2. No siempre se acierta
Como todo proceso, existirán momentos de acierto, en que los progenitores encauzarán adecuadamente la comunicación, y otros en los que parecerá que todo se estropea. De nuevo, hay que tener paciencia e intentar aprender de los errores.
3. Es un aprendizaje mutuo
No solo se trata de establecer diálogo con el adolescente, sino también de escucharle sin juzgar. La adolescencia es un periodo difícil; debemos tener presente que lo más probable es que nuestro hijo/a no sepa qué quiere en realidad ni se entienda a sí mismo. Es lógico que para ellos sea importante que sus padres le escuchen y pueda transmitirles sus inquietudes.
4. Escuchar sin juzgar
A colación de lo que hemos comentado, es de vital importancia que el joven no se sienta juzgado, pues de lo contrario puede encerrarse más en sí mismo o vernos como una amenaza. Y atención, porque no juzgar implica también no hacerlo cuando nuestro hijo/a nos esté explicando algo que no nos gusta.
Comunicarse adecuadamente es clave en la crianza
A veces, la mala o nula comunicación entre padres e hijos adolescentes proviene de referencias disfuncionales; por ejemplo, padres que, en su infancia, no establecieron a su vez una correcta comunicación con sus progenitores. En estos casos, los padres y madres directamente no saben cómo hacerlo, o incluso no lo ven como algo necesario.
La incapacidad de comunicarnos con nuestros propios hijos puede provocarnos sensaciones negativas como ansiedad o tristeza. Eso es algo perfectamente normal. Es por ello por lo que es crucial aprender a establecer un diálogo adecuado con nuestros adolescentes. No sólo con ellos; la comunicación es vital para el buen funcionamiento de cualquier relación humana.
En el caso de los hijos en plena adolescencia, todavía resulta más importante, puesto que ellos no saben cómo llevar las riendas de este periodo tan difícil. Si el joven siente que puede confiar en sus padres, encontrará el alivio que necesita, puesto que aquellos siguen siendo sus referentes, aunque su voluntad apunte ya a una cierta independencia. Aún más; la autoestima de los adolescentes viene muy marcada por la relación que sostienen con sus progenitores, lo que constituye una razón más para establecer una comunicación sana.
¿Cuáles son los errores más comunes en la comunicación entre padres e hijos adolescentes?
La mayoría de los errores al respecto suelen venir por desconocimiento, pero eso no puede servirnos como excusa para no trabajar en ello. Ser conscientes de los errores que cometemos a la hora de comunicarnos con nuestros hijos adolescentes nos ayudará a solventarlos. Algunos de los errores más comunes son:
1. La generalización
No somos conscientes del daño que podemos hacer con frases del tipo “nunca haces nada en casa” o “eres un desordenado”. Lo único que conseguiremos de esta forma es minar la autoestima del adolescente, puesto que pensará que no hace nada bien, lo que redunda en su encierro en sí mismo.
2. Criticar en exceso
Esto va muy ligado a un cierto chantaje emocional inconsciente. Afirmaciones del tipo “con todo lo que hemos hecho por ti, y así nos lo pagas”, son altamente nocivas para la psique del adolescente.
3. Gritos
La consecución de objetivos no va ligada con el tono de nuestra voz. Es decir, aunque gritemos, ello no implicará que nuestro hijo/a haga lo que queremos. Lo único que conseguiremos, en realidad, es que el joven aprenda que, para conseguir algo en la vida, se debe gritar y usar la violencia verbal.
4. Ignorarlo
Es normal que pensemos que los problemas de un adolescente no sean problemas como tal, pero para él o ella sí que lo son. Su mundo no es el nuestro. Así que, si tu hijo o hija decide contarte algo que le preocupa, escúchale. Si le ignoras o restas importancia al problema, la próxima vez no confiará en ti y se lo guardará todo para él.
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¿Cómo mejorar la relación con un hijo adolescente?
Si ya has visto qué errores estás cometiendo a la hora de atender a tu hijo/a, ahora te proponemos algunas ideas para mejorar tu relación con él.
1. Cuidado con los impulsos
Ya lo hemos comentado: fuera gritos y violencia verbal. Las amenazas no van a funcionar; al contrario, sólo empeorarán las cosas. Tú eres el modelo de conducta de tu hijo, así que, si gritas, él sólo aprenderá a gritar. Si en este momento no te sientes capaz de un diálogo calmado, dile que ya hablaréis en otra ocasión. Lo importante es que estés tranquilo para enfocar el diálogo adecuadamente.
2. No des “sermones”
Es habitual que los padres crean que pueden sermonear a sus hijos, escudándose en aquello de “yo tengo más años que tú y, por tanto, sé más de la vida”. Sin embargo, recuerda: su opinión también es importante. Es posible que no vea una situación del mismo modo que la ves tú, así que darles lecciones no conseguirá nada positivo. Otra cosa es que le des tu opinión, pero eso forma parte de un diálogo sano. Imponer, no.
3. Recuerda que ya no es un niño
Es difícil de asumir, pero tu hijo/a está ya en pleno camino de la adultez. Ya no es un niño. Debe aprender a seguir su propio rumbo y a tomar sus propias decisiones. Eso sí, puedes guiarlo en este proceso. Él o ella agradecerán tu apoyo.
4. Anímale a expresar lo que siente
A menudo, hablar de nuestros sentimientos y emociones no es fácil. Es más, en muchas familias es un tema tabú. Sin embargo, es algo crucial para establecer una correcta comunicación entre personas. Así que, la próxima vez, pregúntale a tu hijo cómo se siente y en qué puedes ayudarle. Eso sí, no le fuerces a contar, sólo anímalo, para que vea que puede confiar en ti.
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Referencias bibliográficas:
Hargie, O. (Ed.). (2016). The Handbook of Communication Skills. Routledge.
Sole, K., & Sole, C. (2016). Making connections: Understanding interpersonal communication. Oxford University Press.
Walsh, F. (Ed.). (2011). Normal family processes: Growing diversity and complexity (4th ed.). Guilford Press.