¿Cómo afecta la conciliación familiar a la crianza de los hijos?

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Actualmente, está muy en boga hablar de conciliación familiar. Y no es para menos; las condiciones actuales de trabajo no siempre nos permiten tener el tiempo libre suficiente para dedicarlo al ocio, a los estudios y, especialmente, a la crianza de nuestros hijos.

La dificultad que entraña la conciliación familiar en el mundo moderno depara a veces sentimientos encontrados: la sensación de que te debes a tu trabajo pero que, al mismo tiempo, no estás dedicando a tu familia el tiempo que necesita. Todo ello puede provocar una desagradable sensación de culpa que no hace más que empeorar la situación, bien por no “esforzarte” suficiente en tu profesión, bien por no dedicar tiempo de calidad a los tuyos.

Una conciliación laboral adecuada debería ser asignatura obligatoria en todo ámbito laboral, pero, desgraciadamente, no siempre es así. A continuación, te explicamos cómo puede influir una mala conciliación laboral cuando se tienen hijos pequeños a cargo.

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La importancia de la conciliación familiar en la crianza de los hijos

Ya hemos comentado que la conciliación familiar es algo muy importante en nuestro día a día. Pero primero, establezcamos una definición precisa: llamamos conciliación laboral a la capacidad de dedicar tiempo de calidad a la familia más allá de las actividades laborales, sin que ello repercuta en nuestra actividad profesional ni en nuestras relaciones familiares. O sea, la conciliación familiar es un equilibrio entre nuestras obligaciones laborales y nuestro derecho a unos vínculos afectivos sanos.

Así, una conciliación familiar efectiva tiene consecuencias altamente beneficiosas, puesto que tus familiares se sentirán atendidos adecuadamente, lo que reforzará vuestro vínculo y ayudará a crear un ambiente armónico en casa. El proceso incluye también disponer de unos horarios adecuados mediante los que atender las necesidades de tus hijos, especialmente si están en edades vulnerables, como la infancia y la adolescencia.

¿Cómo afecta una mala conciliación laboral a la crianza de niños pequeños?

Una incorrecta conciliación familiar puede afectar a la crianza de los hijos, como veremos a continuación.

1.   Puede producirse sensación de abandono

Un niño o niña pequeño no siempre está preparado para comprender por qué su padre o su madre no están por ellos. Al no tener la madurez y las herramientas necesarias para entender lo que supone un trabajo, pueden interpretar la ausencia como un abandono por parte de uno o ambos progenitores.

La infancia es una de las etapas más vulnerables de la vida, y sentimientos como este pueden dejar traumas en el adulto, a veces tan camuflados que apenas se es consciente de tenerlos. Es por ello por lo que es tan importante dedicar tiempo de calidad a nuestros hijos pequeños y estar atentos a su bienestar y a sus necesidades, tanto materiales como afectivas.

2.   Mal rendimiento académico

Las secuelas de una mala atención a nuestros hijos pueden repercutir en muchos aspectos de su vida, especialmente en su rendimiento escolar. Primero, porque el hecho de sentirse solos o abandonados puede afectar a su estado de ánimo y provocar un desinterés en los estudios; segundo, porque no estar pendientes de sus deberes, exámenes y tareas puede inducir a una disminución de su rendimiento. Muchas veces, los niños necesitan que sus padres les ayuden a realizar tareas complicadas o que no acaban de entender; esto les ayuda a interiorizar conocimientos y también a sentirse apoyados, lo que repercute en su autoestima y en su interés por aprender.

Por otro lado, es necesario destacar también que el fracaso escolar a menudo puede ser una especie de “venganza” del niño que, al ver que no se le está atendiendo adecuadamente, deja de rendir para llamar la atención o para mostrar su resentimiento.

3.   Exceso de actividades

Muchos padres intentan compensar la falta de tiempo apuntando a sus hijos a múltiples actividades que los tengan ocupados todo el día. Es evidente que estas actividades extraescolares no tienen por qué ser, a priori, malas, y menos si al niño o niña les gusta realizarlas. Sin embargo, a menudo los pequeños se ven obligados a estar todo el día activos, cuando lo que en realidad necesitarían es quedarse tranquilos en casa jugando con sus padres o con otros niños.

4.   Exigir demasiada autonomía

Bastante relacionado con lo anterior, muchas veces los padres que apuntan a sus hijos a un exceso de actividades les exigen a su vez un grado de autonomía que no es el que corresponde a su edad. Por tanto, el niño o la niña se sentirá abrumado y frustrado.

5.   Mimar y consentir demasiado a los hijos

Se trata de un mecanismo de “compensación”, a través del cual el padre o la madre que ha permanecido ausente y no ha podido dedicarle a su hijo el tiempo que necesita intenta compensar el déficit de atención a través de regalos y chucherías, consintiéndolo en exceso. El resultado son niños que saben que van a tener todo lo que pidan, lo que hace que no sean conscientes del esfuerzo que supone conseguir metas, lo que repercute en sus vidas como adultos.

6.   Sobreprotección

Al no poder dedicar a sus hijos el tiempo suficiente, muchos padres y madres se agobian con el miedo de que les suceda algo en su ausencia, lo que conlleva una sobreprotección a todas luces perjudicial para el pequeño. Un niño sobreprotegido será un adulto que crecerá con miedos, baja autoestima y creyéndose incapaz de afrontar los diferentes retos y dificultades de la vida.

7.   Otras alteraciones

Ya hemos comentado cuán importante es la infancia para el futuro adulto. Un niño con padres ausentes puede desarrollar múltiples alteraciones que, de no tratarse adecuadamente y a tiempo, pueden empeorar en la vida adulta y dificultar su progreso vital.

Estas alteraciones pueden ser todo tipo de miedos y fobias, inseguridades, apegos y dependencias emocionales que, además, en la vida adulta pueden enfocarse en otros ámbitos, como el de la pareja. En los casos más complicados pueden aparecer trastornos psicológicos, como depresión, traumas e incluso trastorno obsesivo-compulsivo y TCA (trastornos de conducta alimentaria), entre otros.

Por otro lado, y como respuesta a la frustración y al miedo, ya en la adolescencia el niño puede desarrollar una personalidad asocial y de tipo rebelde, y tiene más posibilidades de caer en adicciones como las drogas, el alcohol o el juego.

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Referencias bibliográficas:

Bandura, A. (1986). Social foundations of thought and action: A social cognitive theory. Prentice-Hall.

Grusec, J. E., & Goodnow, J. J. (1994). Impact of parental discipline methods on the child’s internalization of values: A reconceptualization of current points of view. Developmental Psychology, 30(1), 4-19.

Parke, R. D., MacDonald, K., Beitel, A., & Bhavnagri, N. (1988). The role of family-peer relationships in the development of competence in childhood and adolescence. Developmental Psychology, 24(6), 934-940.

Werner, E. E., & Smith, R. S. (1992). Overcoming the odds: High-risk children from birth to adulthood. Cornell University Press.

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autora del artículo

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Por Laura Palomares Pérez

PSICÓLOGA - SEXÓLOGA COLEGIADA M-15270

Laura Palomares (Madrid, 1973) se licenció en Psicología en la por la UAM, funda y forma parte de Avance Psicólogos desde el año 1999. Amplía su formación en los siguientes ámbitos de la psicología: Título de Formadora en Sexología por el Instituto de Ciencias Sexológicas (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henarés. Master en Sexología por el Instituto de Sexología de Madrid (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henares. Prácticum en la Sociedad Sexológica de Madrid-Fundación SEXPOL. Título de Especialista en Terapia Gestalt, por la Fundación Laureano Cuesta en la Universidad de Comillas. Especialista en Terapia de Pareja, por el Centro Psicológico Dr. De Francisco. Diploma en Técnicas de Integración Cerebral (TIC), por el Centro de Terapias de Avanzadas. Tras 25 años de experiencia como psicoterapeuta, ahora colabora como divulgadora para medios especializados en el ámbito de la Psicología y la salud.

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