¿Cómo es la depresión en la adolescencia? Nadie es ajeno a los padecimientos que depara la existencia. Todos estamos expuestos, de un modo u otro, a experimentar el dolor vital de diferentes maneras, y su gestión dependerá de las herramientas que hayamos interiorizado. En este sentido, la adolescencia es una etapa delicada, puesto que los jóvenes todavía se encuentran en pleno desarrollo de su personalidad y son altamente vulnerables a los vaivenes de la vida.
Es común pensar que en la adolescencia no existen todavía problemas suficientes para sumergirse en un estado de depresión. Nada más lejos de la verdad. Un adolescente puede afrontar la pérdida de un familiar, el rechazo de su grupo de amigos o de la persona hacia la que se sienten atraídos, un examen importante suspendido, etc. Y si los adultos, muy a menudo, no disponemos de recursos suficientes para gestionar el proceso de duelo, imaginemos cómo puede vivirlo un joven que justo está empezando a saber qué es la vida.
Un dolor mal tratado en la adolescencia puede desencadenar problemas en el futuro adulto; entre ellos, trastornos psicológicos que pueden llegar a ser severos, como la depresión.
Adolescencia y depresión
La depresión es uno de los trastornos cada vez más recurrentes en la población mundial y, por desgracia, no sólo entre adultos. En los últimos años se ha observado un crecimiento importante en las cifras de depresión entre adolescentes, lo que permite cuestionarnos: ¿cuál es el problema?
“Adolescencia” viene del verbo latino “adolescere”, es decir, “crecer, desarrollarse”. Y es que este periodo de la existencia humana es altamente estresante para los jóvenes. No sólo se producen cambios físicos, sino que abandonamos nuestro mundo idealizado de la infancia y nos adentramos de lleno en el mundo adulto, con todas las nuevas responsabilidades que esto conlleva. El problema, sin embargo, es que todavía no somos adultos.
La sensación de incertidumbre habitual en la adolescencia no acaba con el fin de la etapa escolar, sino que sigue más allá. Y es que, sobre los 17 años, el joven debe decidir qué quiere hacer en su vida como adulto, lo que no hace más que aumentar la tensión y la inquietud. A todo esto, hay que añadir los posibles cambios de vivienda, ciudad o amistades, que enturbian la sensación de seguridad y control que el adolescente podría haber tenido en su etapa infantil.
Los adolescentes son, por todo ello, personas muy susceptibles de caer en estados de apatía, ansiedad o tristeza que pueden derivar en depresión si no les ofrecemos la ayuda profesional que necesitan.
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La depresión como trastorno psicológico frecuente
Hoy en día son pocas las personas que no han tenido contacto con la depresión, ya sea por vivirla en carne propia o a través de las vivencias de una persona próxima. Este trastorno psicológico no ha hecho sino crecer en las últimas décadas: en los años 90 del siglo XX, se situaba como cuarto motivo de incapacidad en las estadísticas globales, pero actualmente ya se encuentra en el primer puesto. Unos datos bastante preocupantes, como podemos ver.
¿Cuáles son los principales síntomas de la depresión? El primero y más claro es la repentina falta de interés por cosas que antaño nos gustaban, pero también son indicativos el insomnio (o, por el contrario, el sueño excesivo), el pensamiento rumiante (quedarnos atrapados en bucles mentales) o los cambios en las conductas alimentarias, ya sea pérdida de apetito o ingesta excesiva.
Es importante tener en cuenta que, de notar alguno de estos síntomas, es imprescindible acudir a un profesional para que nos oriente. Si se trata de un caso de depresión, nosotros solos no podremos salir de él.
¿Cómo es la depresión en la adolescencia?
Según la Organización Mundial de la Salud, la prevalencia de la depresión en adolescentes es de un 8%, cifra que es mucho más elevada si tomamos los resultados de otros estudios. Los datos son suficientemente reveladores: la depresión adolescente es un problema significativo en la sociedad actual.
Ya hemos comentado qué motivos pueden desencadenar este trastorno en los jóvenes. En resumen, podríamos decir que la adolescencia es una etapa de cambio y de toma de decisiones, y que esto, a menudo, puede resultar abrumador. En consecuencia, aislarse de la realidad o intentar nadar en su contra son estrategias psicológicas comunes para evadir un destino que no se desea.
Algo típico en la adolescencia es la emancipación emocional de la familia, es decir, de las figuras que han significado una referencia durante la infancia. Cuando esta emancipación se produce de forma conflictiva (gritos, reprimendas, rebeldía), los síntomas depresivos pueden agravarse, puesto que la confianza del adolescente decae y aumenta la incertidumbre.
Al margen de la realidad psicológica, existen otros factores como el uso desaforado de videojuegos y redes sociales, que pueden facilitar la entrada de la depresión en los menores, según ha concluido un estudio realizado en Alemania. Es importante recalcar que esto sólo sucede en los casos en que el uso se convierte en problemático, es decir, cuando el adolescente se refugia en ellos para no conectar con el malestar que siente. Por otro lado, el uso problemático de estos dispositivos puede hacer que el adolescente se aísle cada vez más y, por tanto, refuerce sus rumiaciones mentales.
En conclusión: la adolescencia es una etapa vital suficientemente difícil, que puede acarrear malestares profundos si no se conduce de forma adecuada. Nadie quiere sufrir (ni siquiera los adultos, por supuesto) y, en el caso de los adolescentes, no tienen las herramientas necesarias para gestionar su dolor. En este sentido, la asistencia de un profesional es muy importante, pues puede ayudar al joven a gestionar mejor los cambios que supone esta etapa.
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Referencias bibliográficas:
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