¿Qué es la educación emocional? Las emociones son un componente psicológico que lo impregna todo en el día a día de las personas. Además, no atienden a razones y siempre van varios pasos por delante de la razón.
Es por ello que para algunas personas, lo emocional tiene connotaciones negativas: representa todo aquello que se interpone entre nosotros y las metas que nos marcamos, que nos obstaculiza el progreso hacia aquello que queremos, y que da lugar a situaciones imprevistas desagradables.
Sin embargo, esta es una visión muy simplista y sesgada de lo que realmente son las emociones. En muchas ocasiones, estas nos lo ponen mucho más fácil a la hora de adaptarnos a los retos de la vida, e incluso podemos desarrollar la habilidad de modularlas y expresarlas de maneras que nos aporten beneficios.
En este artículo veremos qué es la educación emocional, un ámbito en el que se muestra que podemos aprender a gestionar las emociones para que sean un elemento positivo más de nuestras vidas.
¿Qué es la educación emocional?
La educación emocional es el tipo de intervención educativa que se centra en ayudar a las personas a comprender y a gestionar sus emociones, de modo que lo tengan más fácil para relacionarse con ellas mismas y con los demás.
Por consiguiente, la educación emocional es un elemento imprescindible para fortalecer lo que se conoce como competencias emocionales, que son los componentes de la Inteligencia Emocional. Por ello, educar emocionalmente no se limita a transmitir información al modo de la formación puramente teórica, sino que incluye contenido práctico y eminentemente aplicado para las situaciones reales del día a día.
Por otro lado, la educación emocional no se limita a un grupo de edad concreto: puede ser aplicada a adultos, adolescentes y niños. Sin embargo, es en la infancia cuando resulta especialmente importante, porque en los primeros años los pequeños son más proclives a no procesar correctamente sus emociones y a sufrir consecuencias a medio y largo plazo por ello: miedos disfuncionales, traumas que llegan hasta la edad adulta, complejos con el propio cuerpo, etc.
Así, la educación emocional aplicada a los niños y niñas previene esta clase de problemas e incrementa las probabilidades de que ya desde una temprana edad aprovechen el potencial de su lado emocional.
¿Para qué sirve la educación emocional?
La educación emocional es utilizada sobre todo en los contextos de la terapia psicológica y de la educación formal en los contextos escolares, aunque también puede extenderse al ámbito familiar si se asesora o se entrena a los padres y madres (por ejemplo, cuando acuden a la consulta de psicología en busca de sesiones de apoyo o a cursos de crianza). Dependiendo de dónde se aplique, se centra en un individuo, o en grupos reducidos.
Teniendo en cuenta esto, veamos cuáles son las principales funciones de esta actividad.
1. Permite detectar emociones
Saber distinguir entre sí emociones es muy importante, no solo para conocernos mejor, sino también para saber anticiparnos a lo que nos puede pasar por la cabeza en determinadas situaciones y obrar en consecuencia para prevenir problemas o aprovechar oportunidades. Es decir, nos ayuda a auto-motivarnos y a evitar pasar por experiencias que nos pondrán al límite y explotarán nuestras vulnerabilidades sin aportarnos nada.
2. Ayuda a prevenir problemas de autoestima
Si las emociones no son gestionadas correctamente, es fácil caer en errores de atribución en los que asumimos que nuestros logros son un producto de la suerte y que todo lo que nos sale mal es nuestra culpa. Saber identificar esos sentimientos basados simplemente en el malestar (y no en la realidad) es clave.
3. Ayuda a prevenir patrones de conducta problemáticos en la gestión del malestar
Muchas personas tienen problemas para identificar el tipo de emociones que les generan malestar, y por ello realizan acciones poco precisas o directamente disfuncionales para intentar “tapar” esa experiencia. Por ejemplo, bebiendo alcohol o comiendo sin hambre.
La educación emocional es un apoyo a la hora de identificar correctamente la fuente del malestar y detectar a tiempo esos impulsos problemáticos.
4. Permite expresarnos correctamente
Comprender mejor qué sentimos y cómo lo sentimos nos ayuda a expresar mejor nuestros estados psicológicos, de manera que podamos disponer mejor del apoyo de nuestros seres queridos (sin llevarlos a caer en malentendidos).
5. Nos ayuda a dejar de intentar suprimir el malestar
Pasar por un proceso de educación emocional implica renunciar a eliminar totalmente las emociones desagradables. Para saber lidiar con ellas, es básico aceptar su existencia, de modo que no les demos más importancia de la que tienen.
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Referencias bibliográficas:
Caballo, V. (1983). Manual de entrenamiento y evaluación de las habilidades sociales. Madrid: Siglo XXI.
Dalgleish, T. (2004). The emotional brain. Nature Reviews Neuroscience. 5(7): pp. 583 – 589.
Goleman, D. (1998). Working with Emotional Intelligence. Nueva York: Bantam Books.
Lòpez Cassà, E. (2003). Educación emocional. Programa para 3-6 años.Philadelphia: Wolters Kluwer.