Egocentrismo: Significado, rasgos y ejemplos para detectarlo

Egocentrismo: ¿En qué se diferencia del Narcisismo? Significado, rasgos y ejemplos

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La psicología tiene la difícil tarea de explicar y describir el egocentrismo. Para conseguirlo, muchas veces construye conceptos que se refieren a fenómenos psicológicos muy abstractos, es decir, que pueden manifestarse de múltiples maneras.

El egocentrismo es uno de esos conceptos que la psicología ha desarrollado para describir una gran variedad de comportamientos. En este caso, lo que caracteriza a este estilo comportamental es la tendencia a realizar acciones cuya finalidad última es obtener beneficios para uno mismo, sin tener en mucha consideración a los demás.

A lo largo de este artículo veremos qué es el egocentrismo, cómo se expresa en situaciones reales, y pondremos varios ejemplos.

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Diferencias entre egocentrismo y narcisismo

A continuación veremos las diferencias entre el egocentrismo y el narcisismo:

¿Qué es el narcisismo?

El narcisismo es un rasgo de personalidad que en función del grado en que se manifiesta puede conllevar un trastorno conocido como Trastorno Narcisista de la Personalidad. Este trastorno se caracteriza por la necesidad de admiración, falta de empatía, egocentrismo en cuanto sobre-estimación de las propias capacidades e instrumentalización del otro para el propio beneficio.

¿Qué es el egocentrismo?

El egocentrismo es la tendencia a centrar la atención en los propios intereses y necesidades, sin prestar atención al punto de vista y a los intereses de los demás.

Así pues, las personas que presentan un alto nivel de egocentrismo no solo sitúan la satisfacción de sus propias necesidades y deseos en la diana de casi todas sus acciones; además, ni siquiera tienen en cuenta a los demás cuando beneficiarlas no les costaría nada. En definitiva, el egocentrismo no consiste tanto en aprovecharse de los demás por interés propio, sino es simplemente no tener en cuenta los intereses de los demás, excepto si esto ayuda a atender las propias necesidades. Es como si en la manera de pensar de los egocéntricos faltase la parte que nos permite conectar emocionalmente con los demás y gracias a lo cual no tenemos que poner esfuerzo en imaginar qué quieren y qué no quieren quienes nos rodean.

Curiosamente, esto no significa que las personas egocéntricas no puedan empatizar con nadie. Significa, más bien, que de manera espontánea no lo hacen, a no ser que las evidencias de que lo que han hecho ha dañado a los demás sean muy evidentes, o a no ser que se pongan a pensar deliberadamente en qué es lo que quieren los demás.

Por otro lado, es importante tener en cuenta que el egocentrismo es un fenómeno gradual. Es decir, que hay muy poca gente egocéntrica al 100%, sino que la mayoría de las personas tienen ciertas expresiones de egocentrismo en contextos determinados, y lo único que cambia es nuestra propensión a dejarlo plasmado en nuestras acciones de manera frecuente y muy clara. Por eso, el concepto de egocentrismo «puro» del que hablamos aquí, a la práctica, es muy poco común entre la población, y conforma más bien una referencia para aprender a detectar esta clase de patrones de comportamiento.

Características de las personas egocéntricas

Estos son algunos de los rasgos característicos de las personas con un alto nivel de egocentrismo.

1. Hablan casi siempre desde su punto de vista

Las personas egocéntricas experimentan algunos problemas a la hora de negociar o de captar el interés de los demás al hablar, porque raramente adoptan la perspectiva del resto de personas. Esto hace que el contenido de su discurso parezca, en ocasiones, banal, ya que no apela a los intereses reales del resto; siempre tiene al Yo como punto de referencia.

2. Les gusta más bien poco compartir

Para las personas con un marcado egocentrismo, compartir significa perder parte de lo que daban por hecho que tendrían. Por eso, no les gusta, y por defecto no plantearán la posibilidad de que ellas compartan algo con otros, a no ser que crean que esto les reportará beneficios claros en otro aspecto de la vida.

3. Manipulan a los demás con mayor frecuencia

Otra de las características asociadas al egocentrismo es la facilidad con la que se cae en situaciones de manipulación de los demás. A veces, incluso, creyendo que es por el propio bien de la víctima (al no pararse a pensar en los posibles motivos por los que a esa víctima realmente le podría perjudicar estar en esa situación).

5. No respetan el espacio o los momentos de los demás

Las personas egocéntricas interrumpen más e invaden más el espacio del resto de las personas, porque en muchas ocasiones ni siquiera se les pasa por la cabeza que eso exista y deba ser respetado. Esto hace que se expongan a la creación de conflictos, muchas veces sin darse cuenta.

Personas egocéntricas: Un ejemplo de la personalidad egocéntrica

Pensemos, por ejemplo, en una persona que está en un vagón de tren y necesita bajarse en una parada, pero le cuesta porque hay mucha gente amontonada frente a la puerta. Alguien que no sea significativamente egocéntrico probablemente comunicará de algún modo que le gustaría que le dejasen pasar, y que para ello necesita que se aparten. En cambio, alguien con tendencias hacia el egocentrismo se abalanzará sobre la puerta sin pensarlo demasiado, realizando movimientos para apartar a quien se ponga por delante, y solo al ver las reacciones de desagrado y de sorpresa de los demás se dará cuenta de que lo que ha hecho ha estado mal, y ha perjudicado a otros.

¿Cuáles son los principales problemas por exceso de egocentrismo?

Como ya hemos adelantado, el principal ámbito de la vida en el que el egocentrismo da lugar a problemas es el de las relaciones personales. Es normal que sea así, porque la característica principal de la tendencia a ser una persona egocéntrica es pensar únicamente en uno mismo cuando se debería estar pensando también en alguien más, o en un grupo o colectivo.

Ahora bien, veamos de una manera más detallada cuáles son esos problemas.

1. Predisposición a sufrir desengaños amorosos

Las relaciones de pareja suelen ser conflictivas para las personas egocéntricas. O tensan demasiado la convivencia a causa de pasar por alto los intereses y opiniones de la otra persona, o alimentan dinámicas de dependencia o sumisión por parte de la otra persona que, además de generar malestar en esta, tarde o temprano estalla en forma de crisis o directamente de ruptura. Además, es frecuente que cuando esto ocurre no comprendan lo que ha pasado (por ni siquiera haberse planteado lo problemático de sus acciones) y se ven en una posición de víctima.

2. Falta de empatía

La falta de empatía se plasma en la manera de comunicarse y de reaccionar ante los que los demás comunican acerca de cómo se sienten. Se trata de una falta de tacto que hace que muchas interacciones sociales sean desagradables, a causa de que las personas muy egocéntricas, además de tender más a no prestar demasiada atención a lo que se dice, suelen centrarse en la literalidad del mensaje, y o a lo que queda implícito a través del lenguaje no verbal, el contexto, etc.

3. Tendencia al pensamiento ilusorio

El pensamiento ilusorio, o “wishful thinking”, consiste en el hecho de desarrollar creencias basadas más en los propios deseos que en las evidencias. En el caso de las personas con un marcado egocentrismo, esto suele darse cuando dan por supuesto que determinados hechos o circunstancias serán aceptadas por los demás sin tener apenas pruebas o indicios de ello. Esto da lugar a malentendidos y a conflictos.

4. Tendencia a hacer planes sin tener en cuenta al resto de las personas involucradas

Este problema es una derivación del anterior: las personas egocéntricas tienen pueden aspirar a mantener roles de liderazgo, pero una vez alcanzada esa posición, desencadenan muchos conflictos a causa de no consensuar y negociar suficientemente las cosas con las partes implicadas, dando por supuesto que el simple hecho de ser líderes (de manera formal o informal) ya les da una posición desde la que decidirlo todo.

Señales y síntomas de una persona egocéntrica

Los altos niveles de egolatría de las personas se plasman en este tipo de acciones y de predisposiciones psicológicas:

  • Alta tendencia a adoptar estrategias para mejorar la propia imagen (maquillaje, ropa selecta para los estándares de su grupo social de referencia, etc,).
  • Tendencia a abordar proyectos para los que no se está capacitado.
  • Necesidad de mejorar la propia imagen ante las críticas de los demás.
  • Tendencia a mentir ante los demás al hablar de uno mismo, para mejorar su proyección social.
  • Tendencia a ocultar sus momentos de vulnerabilidad.

La etapa infantil y el egocentrismo

Jean Piaget describió el egocentrismo como una fase del desarrollo durante la etapa infantil que demuestra que el cerebro aún no está lo suficientemente maduro como para empatizar y entender que las cosas no solo se ven desde el punto de vista de uno mismo, sino que hay otros puntos de vista. Esta fase del desarrollo infantil puede perdurar durante la fase adulta debido a unas experiencias y conductas aprendidas en un entorno familiar o social en el que no se han valorado la empatía y la afectividad y se han puesto grandes expectativas en la persona en cuestión. El resultado de todo ello, es una fuerte necesidad de aprobación por parte de los demás debido a una autoestima frágil, poca sensibilidad respecto a los sentimientos de otras personas y dificultades de relaciones interpersonales, mostrándose muy sensibles a las críticas. Esto hace que se sientan solos o desplazados y con altibajos emocionales.

Sin embargo las personas egocéntricas no tienen la necesidad de destruir a los demás para estar por encima de ellos, porque sencillamente no piensan en los demás. No existe esa sensación de mala fe que desprende el trastorno narcisista de la personalidad. La egolatría se muestra como un mecanismo de defensa ante la baja autoestima. Trabajar en este sentido fomentando a las vez habilidades sociales es una manera eficaz de abordar esta conducta.

El egocentrismo y su relación con la tríada oscura

La egolatría puede ser considerada uno de los componentes de un concepto psicológico llamado «tríada oscura», o Dark Triad, compuesto por en Narcisismo, el Maquiavelismo y la Psicopatía. Esta es un conjunto de tipos de personalidad que se asocian a la vulneración de los intereses y las libertades de los demás, al bajo comportamiento prosocial, en definitiva.

Además, se ha comprobado que estos tres rasgos comparten buena parte de los genes que los hacen emerger, y se presentan juntos en la misma persona con una probabilidad más alta de lo normal (esto no significa que en todos los casos quien destaca por su Narcisismo puntúe alto también en Psicopatía y Maquiavelismo).

El problema de la no asistencia a psicoterapia

En los casos en los que la egolatría llega a ser tan pronunciada que genera trastornos psicológicos, existe un problema añadido: las personas que la desarrollan tienden a no ver esto como un problema, y por consiguiente van mucho menos a psicoterapia.

Es por ello que, normalmente, los casos que se ven en la consulta del psicólogo inician las sesiones de psicoterapia por quejas de su familia y entorno social cercano, y no tanto por propia motivación.

Sin embargo, es importante que estas personas puedan contar con la ayuda profesional de psicólogos y psiquiatras para que puedan adoptar una interpretación más realista de sus propias aptitudes y cualidades.

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Referencias bibliográficas:

Corr, P.J.; Matthews, G. (2009). The Cambridge handbook of personality psychology (1. publ. ed.). Cambridge: Cambridge University Press.
Epley, N.; Morewedge, C.K.; Keysar, B. (2004). Perspective taking in children and adults: Equivalent egocentrism but differential correction. Journal of Experimental Social Psychology. 40 (6): pp. 760 – 768.
Surtees, A.D.R. & Apperly, I.A. (2012). Egocentrism and automatic perspective taking in children and adults. Child Development. 83(2): pp. 452 – 460.
Strack, S. (2005). Handbook of Personology and Psychopathology. Wiley.

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autora del artículo

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Por Laura Palomares Pérez

PSICÓLOGA - SEXÓLOGA COLEGIADA M-15270

Laura Palomares (Madrid, 1973) se licenció en Psicología en la por la UAM, funda y forma parte de Avance Psicólogos desde el año 1999. Amplía su formación en los siguientes ámbitos de la psicología: Título de Formadora en Sexología por el Instituto de Ciencias Sexológicas (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henarés. Master en Sexología por el Instituto de Sexología de Madrid (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henares. Prácticum en la Sociedad Sexológica de Madrid-Fundación SEXPOL. Título de Especialista en Terapia Gestalt, por la Fundación Laureano Cuesta en la Universidad de Comillas. Especialista en Terapia de Pareja, por el Centro Psicológico Dr. De Francisco. Diploma en Técnicas de Integración Cerebral (TIC), por el Centro de Terapias de Avanzadas. Tras 25 años de experiencia como psicoterapeuta, ahora colabora como divulgadora para medios especializados en el ámbito de la Psicología y la salud.

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