Los problemas vinculados a los altos niveles de estrés forman parte de los motivos de consulta más frecuentes entre los pacientes que acuden a sesiones de psicoterapia. Y de entre estos casos, los de estrés causados por el trabajo conforman un porcentaje significativo, lo cual no sorprende: el contexto laboral nos expone habitualmente a situaciones que ponen a prueba nuestras habilidades y conocimientos, algo que nos obliga a estar atentos y alerta, modificando nuestro comportamiento según los requerimientos de la organización o de los encargos recibidos.
Ahora bien, cuando además de trabajar, nos vemos en una situación en la que “estrenamos” un puesto de trabajo, la cantidad de retos a afrontar se multiplica, y esto hace que seamos más proclives a sufrir problemas de estrés. Por eso, en este artículo hablaremos acerca de las ideas principales a tener en cuenta para afrontar y gestionar el estrés laboral al empezar en un puesto de trabajo nuevo.
¿Qué entendemos por estrés?
Para empezar, debemos definir brevemente el concepto de estrés. Este consiste en un fenómeno surgido de un mecanismo de adaptación a un peligro o una fuente de riesgos proveniente del entorno, y que nos obliga a reaccionar con rapidez y poniendo atención en los movimientos que hacemos. Así, el estrés tiene una parte fisiológica y otra psicológica, ya que nos prepara física y mentalmente para movernos sin perder tiempo, mantener los músculos tensos, ser más sensibles a los estímulos que captamos, pensar rápidamente para buscar posibles soluciones a un problema, etc.
Por supuesto, todo esto va acompañado de una sensación de incomodidad o malestar, pero es el precio a pagar por estar mejor adaptados a los requerimientos de la situación en la que estamos. De hecho, aunque estar estresados no sea algo en sí deseable, esta experiencia es tan significativa en lo relativo a nuestras posibilidades de supervivencia que está presente en la mayoría de especies animales. Es decir, es una adaptación con cientos de millones de años de antigüedad y sus orígenes son muy anteriores a la aparición de los primeros homínidos.
¿Es el estrés un problema a eliminar?
Todo lo que hemos visto hasta ahora señala hacia una misma dirección: el estrés no es un problema, ni es algo que deba ser suprimido o eliminado de nuestras mentes. De hecho, si una persona no siente estrés nunca, eso es considerado el síntoma de una más que probable malformación o enfermedad neurológica.
Ahora bien, eso no significa que no podamos sufrir problemas vinculados al estrés. Y es que dado que este fenómeno está “conectado” al modo en el que nos comportamos y nos relacionamos con el entorno y con los demás, sin darnos cuenta podemos caer en un círculo vicioso que nos lleva a sentirnos estresados una y otra vez, y a acumular estrés de manera constante, sin que eso nos aporte nada bueno. Es en esta clase de experiencias cuando es importante tomar cartas en el asunto y acudir a terapia o, al menos, intentar aplicar estrategias de gestión del estrés para ver si nos permiten salir de esa dinámica.
Consejos para gestionar el estrés al adaptarte a un nuevo trabajo
Tal y como hemos adelantado, hay situaciones en las que, sin darnos cuenta, nosotros mismos participamos en mantener a flote u problema de estrés a causa de no saber gestionarlo adecuadamente a través de maneras correctas de modular las emociones y de interactuar con el entorno. Esto puede ocurrir especialmente cuando nos enfrentamos a retos que son nuevos para nosotros: como no estamos acostumbrados a resolver esa clase de problemas (o a tener que resolverlos prácticamente todos a la vez, con menos tiempo que de costumbre para prepararnos), adoptamos unos patrones de comportamiento poco eficientes que nos sobrecargan física y mentalmente. Esto ocurre mucho al empezar en un nuevo trabajo: tenemos que aprender muchas cosas seguidas, y a la vez, carecemos de referentes para saber qué hacer en cada momento (o saber si lo estamos haciendo bien, adecuándonos a los objetivos vinculados a ese puesto).
Así pues, considera estos consejos y estrategias para gestionar el estrés del mejor modo posible al estrenar un nuevo puesto de trabajo.
1. Apréndete los canales de comunicación establecidos desde el principio
Las empresas establecen canales de comunicación horizontal y ascendente para, entre otras cosas, contar con “válvulas de escape” para posibles problemas asociados con la incertidumbre y el malestar con el lugar de trabajo, de manera que no se vayan acumulando las complicaciones. Por eso es importante aprovechar la posibilidad de hacer preguntas sobre lo que no sabemos acerca de la organización y el trabajo antes de que sea demasiado tarde. Infórmate sobre quiénes te supervisan, a dónde puedes acudir para aclarar malentendidos, etc. Tener claro esto desde el primer día te ayudará mucho a sentir que cuentas con más poyo del que creías.
2. Incluye el proceso de aprendizaje en tus objetivos a corto y medio plazo
No te debes limitar a alcanzar los objetivos de productividad del resto de trabajadores; debes tener en cuenta que al principio cuentas con la desventaja de la falta de información y de experiencia en lo relativo a la empresa. Por eso, “encaja” en tus planes todo lo relacionado con ese proceso de aprendizaje: el tiempo que te llevará adaptarte, las tareas que deberás realizar en esos primeros días y que ya no hará falta que repitas de ahí en adelante, etc. Si no lo haces, es normal que sientas que la situación te sobrepasa, porque tendrás una visión distorsionada del trabajo.
3. Introduce horarios de descanso realistas en tu jornada
Asegúrate de hacer descansos breves y frecuentes, uno cada 40 o 45 minutos. De esa manera sacarás todo el partido posible de tu capacidad de atención y aprenderás con mayor rapidez y agilidad mental.
4. Aprende técnicas de relajación
Las técnicas de relajación son muy variadas y útiles; algunas de ellas pueden ser aplicadas en cinco minutos y puedes hacerlas en una silla. Por ejemplo, la respiración diafragmática controlada.
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5. Lleva un estilo de vida saludable
Cuidar tu cuerpo durante y después de la jornada laboral te permitirá contar con más energía, lo cual hará que no te haga falta estar “tan alerta” para sobrecompensar tu mal estado, y tus niveles de estrés tenderán a disminuir.
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6. Si la cosa se complica, asiste a psicoterapia
Las sesiones de terapia psicológica son el mejor remedio para los casos de estrés laboral persistente.
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Referencias bibliográficas:
Cano, A. (2002). La Naturaleza del Estrés. IV congreso internacional de la Sociedad Española para el estudio de Ansiedad y Estrés. Madrid: SEAS.
Hüther, Gerald (2012). Biología del miedo. El estrés y los sentimientos. Barcelona: Plataforma Editorial.