Mi hijo no quiere estudiar: ¿cómo debo gestionarlo?. Son muchos los padres que se sienten preocupados debido a que sus hijos no desean estudiar. El momento de los deberes se convierte en una batalla campal y el niño parece desmotivado hacia todo lo que rodea al desempeño escolar.
En estas circunstancias, es natural que los adultos se sientan perdidos acerca de cómo actuar. Muchas veces, esto les lleva a adoptar medidas que, lejos de resolver el problema, acaban haciéndolo más grande.
Por ello, en este artículo hablaremos acerca de las principales razones por las que un niño puede no desear estudiar y cómo manejar dicha situación.
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¿Por qué mi hijo no quiere estudiar?
Antes de nada, es necesario que los padres y docentes amplíen su mirada y entiendan que el rechazo hacia el estudio puede derivarse de diferentes causas. Asumir que ese estudiante es simplemente perezoso o poco inteligente no es una conclusión justa, ya que a menudo el problema es bastante más complejo de lo que puede parecer.
En otras palabras, es recomendable ir más allá de lo superficial, de la parte más obvia, y rascar un poco para comprender qué hay detrás de esa desgana hacia el estudio.
Aunque son muchas las razones que pueden conducir a un alumno a un bajo rendimiento, algunas son particularmente frecuentes:
1. Dificultad de aprendizaje
Hay alumnos que poseen algún tipo de dificultad que les impide poder adquirir ciertos conocimientos como el resto de sus compañeros. Por ejemplo, la dislexia hace que sea más complicado adquirir una capacidad lectora adecuada si no se implementan medidas especiales para el alumno que la sufre.
2. Metodología inadecuada
Muchos centros enseñan los contenidos al alumnado mediante un método poco estimulante. En ocasiones, esto puede hacer que los estudiantes desconecten, se aburran y decidan dejar de depositar esfuerzos en sus tareas académicas. Una metodología inadecuada también puede hacer difícil la comprensión, haciendo que muchos de los niños tengan dudas y lagunas sobre la materia.
3. Baja autoestima
Un bajo rendimiento en el aula también puede esconder problemas de autoestima. El alumno puede sentirse inferior a los demás, tener inseguridades y miedos que le impiden involucrarse adecuadamente en el estudio. A veces, cuando un alumno sufre un trastorno del aprendizaje, su autoestima se puede ver mermada si observa que su rendimiento no es como el de sus compañeros. Esto es especialmente habitual cuando aún no se ha detectado dicho trastorno, de manera que el niño recibe mensajes reprobatorios que ponen en duda su capacidad.
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4. Problemas familiares
En algunos casos, la dificultad para poder implicarse en el estudio viene dada por problemas familiares. Si las dinámicas en casa no son las adecuadas o hay algún evento estresante (un divorcio, el fallecimiento de alguien…) es posible que la capacidad de concentración del niño se vea afectada.
5. Acoso escolar
El acoso escolar o bullying es otro gran problema en las aulas. Cuando un niño sufre acoso por parte de sus compañeros, esta experiencia merma seriamente su salud mental. Se trata de una violencia sistemática que va dando lugar a una indefensión aprendida por parte del alumno, quien acaba por creer que no merece ser querido o aceptado. El estrés que implica sufrir acoso escolar puede, por supuesto, hacer que el niño reduzca su rendimiento y deseo de estudiar.
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6. Desmotivación
El estudio es para muchos alumnos algo tremendamente aburrido. De esta manera, carecen de la motivación suficiente para afrontar dicha actividad. En el mejor de los casos, se involucran gracias a motivaciones extrínsecas, como por ejemplo obtener un beneficio secundario o recompensa. Sin embargo, la ausencia de una motivación propia impide instaurar un hábito de estudio constante.
Mi hijo no quiere estudiar: cómo gestionarlo
A continuación, vamos a comentar algunas claves generales para manejar el rechazo de tu hijo a estudiar. No obstante, como hemos visto las causas de este problema pueden ser muy diversas y es preciso conocer qué sucede en cada caso particular para tomar las mejores decisiones.
1. Respeta sus áreas de salud
Los niños necesitan disponer de una adecuada salud mental para poder desempeñarse correctamente en el centro escolar. Cuando aparece desgana y falta de interés por los estudios, muchos padres deciden castigar a los hijos retirándoles el deporte o el tiempo con sus amigos. Sin embargo, esta no es una buena decisión. El ejercicio físico y el tiempo con los iguales permite a los hijos estar más calmados y en mejor disposición para afrontar sus obligaciones. Al eliminar estas áreas de salud sólo se está contribuyendo a reducir aún más la motivación para estudiar.
2. Fomenta la motivación intrínseca
Muchos padres tratan de fomentar el estudio en sus hijos mediante premios y recompensas materiales. Sin embargo, esta estrategia no es la más interesante si lo que deseamos es instaurar un hábito constante de trabajo. La motivación intrínseca se construye cuando el entorno fomenta en ese niño una curiosidad genuina por el aprendizaje. Aquellos hijos de padres que les llevan a visitas culturales, les inculcan el hábito de leer o les incentivan a reflexionar sobre distintas cuestiones son los más propensos a involucrarse activamente en el estudio.
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3. Acompañamiento con autonomía
No es recomendable que los padres hagan por sus hijos aquellas tareas que les corresponden. No obstante, sí que es aconsejable que los adultos puedan mostrarse disponibles para resolver dudas o dar alguna orientación. Por tanto, se trata de hallar un equilibrio entre el acompañamiento y la autonomía.
4. Pon el foco en el proceso
En ocasiones, los adultos se centran únicamente en las notas y los resultados. El problema de esto es que se transmite el mensaje a los hijos de que todo su valor queda reflejado en esa cifra, cuando nada más lejos de la realidad. Los progenitores deben hacer énfasis en el proceso, en el esfuerzo que se ha destinado a preparar la materia. Luego, la nota puede variar por muchas variables que influyen en el desempeño en el examen, como los nervios, la dificultad del ejercicio o el uso que se hace del tiempo.
5. No te alteres
Hay padres que pierden los nervios cuando su hijo muestra rechazo hacia el estudio o llega a casa con malas notas. Sin embargo, sobrerreaccionar con agresividad no es la mejor respuesta que se puede brindar en ese momento. Ante todo, es clave hablar con ese hijo para comprender por qué ha suspendido y qué dificultades ha encontrado. Escuchar desde la calma es necesario para evitar un distanciamiento con ese hijo, el cual sólo favorecerá una dificultad mayor para resolver la situación.
6. Ayúdale en su organización
Los padres pueden ayudar a sus hijos a instaurar una rutina de estudio que les permita tener mejor organización. Es buena idea trazar con ellos un horario en tamaño grande donde puedan ver con claridad qué horas irán destinadas a estudiar y qué horas serán para otras tareas.
Crear una rutina en el día es muy importante, de manera que por norma general se siga un orden de actividades predecible. Así, los niños pueden tener automatizadas sus tareas. Ponerse con los deberes es más sencillo si estos tienen un lugar determinado en la jornada. No se trata de instaurar una rutina extremadamente rígida, sino de tener un orden establecido que de pie a cierto margen de flexibilidad.
7. Técnicas de relajación
Algunos niños pueden sentir rechazo hacia el estudio porque este les genera mucha ansiedad. Si este es el caso de tu hijo, puedes ayudarle a realizar algunos ejercicios de relajación antes de ponerse con sus tareas. Podéis tumbaros y hacer algunas respiraciones profundas, inspirando por la nariz y expirando por la boca. También podéis hacer los ejercicios de contracción y relajación muscular de Jacobson, aunque con los más pequeños es preferible optar por la adaptación de Koeppen para niños. También podéis simplemente practicar algún deporte juntos o salir a dar un paseo si se siente muy angustiado.
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Referencias bibliográficas:
Quicios, B. (2023) “6 razones por las que los niños no quieren estudiar y qué hacer al respecto” Guía Infantil. Mi hijo no quiere estudiar: ¿cómo debo gestionarlo?
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Gutiérrez-Saldaña, P., Camacho-Calderón, N., & Martínez-Martínez, M. L. (2007). “Autoestima, funcionalidad familiar y rendimiento escolar en adolescentes”. Atención primaria, 39(11), 597-603.