Mucho de lo que forma y no forma parte de nuestras vidas puede ser explicado viendo cómo gestionamos nuestros estilos de motivación. Por ejemplo, la diferencia entre nuestras resoluciones de Año Nuevo y aquello que realmente terminamos haciendo, o la diferencia entre nuestros planes para dejar de fumar y lo que terminamos consumiendo en las siguientes semanas, se basa en nuestro modo de motivarnos. ¿Qué es la motivación intrínseca?
Ahora bien, la motivación no es una sola entidad homogénea, sino que es un concepto que agrupa diferentes tipos de sensaciones y de comportamientos. Es por ello que en psicología se distingue entre la motivación intrínseca y la motivación extrínseca. En este artículo nos centraremos en la primera de ellas para ver en qué consiste y por qué es clave tanto en nuestro día a día como a largo plazo en proyectos importantes e incluso si asistimos a psicoterapia.
¿De qué está hecha la motivación?
¿Qué es la motivación? Se trata de las disposiciones psicológicas que nos orientan hacia la realización de determinadas acciones, dicho de manera muy resumida. Es decir, que la motivación está compuesta por elementos psicológicos que nos hacen inclinarnos hacia una meta concreta cuando se dan ciertas condiciones. Esto incluye rasgos de personalidad, nuestro conocimiento acerca de lo que está ocurriendo en el aquí y el ahora y lo que puede pasar en el futuro, e incluso nuestro estilo de gestión de la ansiedad, entre otras cosas.
A la práctica, aquello que da forma a nuestra motivación varía constantemente y siempre incluye cientos de elementos y variables. Sin embargo, la mayoría de estos elementos, si bien están ahí y nos influyen, tienen una contribución mínima en nuestra manera de motivarnos. Es por ello que, a la hora de comprender nuestros estilos de motivación e intentar gestionarlos en nuestro propio beneficio (algo que es posible hacer, como veremos más adelante), no hace falta conocer toda esa miríada de disposiciones psicológicas que operan en nuestra mente en cada momento.
¿Qué es la motivación intrínseca?
La motivación intrínseca es aquella que ocurre cuando aquello que nos hace estar dispuestos a realizar ciertas acciones para lograr un objetivo nos lo administramos nosotros mismos. Es decir, que no depende de fuentes de motivación externas y que estén fuera de la realización de eso que nos proponemos hacer.
Por otro lado, la motivación intrínseca se opone a la motivación extrínseca, que tal y como su nombre indica es aquella en la que lo que nos predispone a ponernos en marcha para completar un reto no depende de ese reto en sí mismo, sino por una consecuencia externa: un aumento de sueldo, la admiración de determinado círculo social, etc.
La relación entre la motivación intrínseca y la extrínseca no se limita a una cuestión de definiciones. Se ha comprobado que apoyarnos en una u otra tiene consecuencias en nuestro comportamiento y en nuestra manera de aspirar a cumplir un objetivo, e incluso en nuestra manera de concebir ese objetivo.
Por ejemplo, la motivación intrínseca puede hace más fácil que no haya discrepancias entre la manera “oficial” en la que explicamos cuál es nuestra meta, y el objetivo real que perseguimos. De esta forma, disminuye nuestras probabilidades de hacer tramas o de mentir para hacer ver que hemos sido capaces de realizar esa tarea cuando en realidad no ha sido así.
Además, la motivación intrínseca tiene la característica de que es fácil de auto-reforzar. Cuando nos embarcamos en un proyecto por lo que ese proyecto supone para nosotros, y no por las recompensas posteriores a su realización, ese trayecto entra la casilla de salida y la de llegada nos resulta disfrutable y estimulante, y nos anima a seguir.
En cambio, con la motivación externa esto no ocurre; la fuente motivacional no varía, es siempre la misma independientemente del punto en el que ha llegado nuestro progreso (si aceptamos un encargo como autónomos solamente por el pago, que se da al terminarlo al final de un par de semanas, probablemente nuestras ganas de trabajar serán las mismas en el cuarto día que en el octavo).
Ejemplos
Veamos varios ejemplos de motivación intrínseca. Hay que tener claro que no es el tipo de actividad el que determina el tipo de motivación en el que nos apoyaremos para realizarlo, porque en todos estos casos existen maneras de implicarse en estas tareas desde la motivación intrínseca y desde la extrínseca.
1. La participación en un voluntariado
La mayoría de personas que participan en una tarea de voluntariado ayudando a los más vulnerable encuentran su fuente de energía en la motivación intrínseca, dado que, salvo en raras excepciones, ver las consecuencias directas de trabajar de esa manera es algo mucho más estimulante que cualquier posible rédito que le puedan sacar a esa acción mostrando su faceta solidaria a los demás.
2. La creación de una obra de arte
El desarrollo creativo de arte suele ser otro ejemplo clásico de motivación intrínseca. Sobre todo teniendo en cuenta el alto riesgo de no sacar rentabilidad económica a la creación de una pintura, una estructura, una obra de teatro, etc. Parte de esto tiene que ver con la capacidad de esta actividad a la hora de darnos un espacio en el que expresarnos de manera libre.
3. La crianza
Finalmente, la crianza acostumbra a estar impulsada por la motivación intrínseca, lo cual explica por qué tantas personas se implican tanto en ver crecer sanos y felices a sus hijos a pesar de lo sacrificado que es dedicarles recursos, tiempo, esfuerzo, etc.
Referencias bibliográficas:
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