Preocupaciones Patológicas: ¿Qué son y cuándo ocurren?

Preocupaciones patológicas: ¿Qué son? ¿Por qué aparecen y que propósito tienen?

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Preocupaciones Patológicas: ¿Qué son y cuándo ocurren? No cabe duda de que cualquier persona, independientemente de su nivel socioeconómico y de calidad de vida, suele tener motivos para preocuparse en el día a día.

Ahora bien, las preocupaciones no son en sí ni algo bueno ni algo malo; a veces nos resultan útiles para anticipar, prepararnos para y resolver problemas, y a veces simplemente nos llevan a pasarlo mal sin aportarnos nada. En este artículo nos centraremos en este último tipo de vivencias, que pueden dar lugar a lo que se conoce como preocupaciones patológicas.

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¿Qué son las preocupaciones?

Como ya sabrás, las preocupaciones son un fenómeno psicológico perfectamente normal y que se dan en nuestro día a día por el simple hecho de exponernos a situaciones que requieren de nosotros un cierto nivel de atención y esfuerzo. Se trata de la experimentación automática y total o parcialmente involuntaria de una creencia o idea que nos genera malestar porque nos hace centrar nuestra atención en la necesidad de dar solución a algo; mientras no alcancemos a pensar o a ejecutar un plan para solventar esa situación, el malestar se mantiene.

En este sentido, las preocupaciones están vinculadas al estrés y a la ansiedad, aunque mientras que estos últimos son procesos muy complejos que engloban también estados fisiológicos y automáticos de nuestro cuerpo (y hacen que nuestro sistema nervioso se vuelva más sensible a los estímulos y esté más activado), cuando hablamos de preocupaciones solemos referirnos al aspecto cognitivo de algo que nos hace estar “en guardia”, buscando posibles soluciones a un problema o reto. Es decir, el afrontamiento de las preocupaciones es, teóricamente, más bien de carácter intelectual y de manejo de ideas… Aunque como veremos, en la práctica el modo en el que gestionemos las emociones también influye en cómo y cuándo nos preocupamos.

¿Cómo ocurre la aparición de preocupaciones patológicas?

Como hemos visto en el apartado anterior, preocuparse puede ser adaptativo y nos puede ayudar a hacer frente a distintas situaciones en las que debemos encontrar una solución. El problema surge cuando las características de estas preocupaciones dejan de beneficiar al sujeto, afectando a la funcionalidad de su vida. Y es que, a veces, nuestra manera de gestionar las preocupaciones no solo sirven para aumentar nuestras probabilidades de solucionar el problema que las ha generado, sino que agrava el problema.

En situaciones así, el malestar nos lleva a aplicar dinámicas de comportamiento que mantienen a flote el problema y/o, con el paso del tiempo, incluso favorecen el aumento de ese malestar. En ocasiones se llega al extremo en el que la preocupación surge por un problema imaginado, inexistente, pero con el paso de las horas este fenómeno da lugar a un problema real que legitima esa preocupación previa.

Es lo que ocurre cuando, por ejemplo, notamos que siempre tenemos que estar buscando motivos por los que preocuparnos; no son pocas las personas que asisten a psicoterapia diciendo que su manera de reaccionar ante el aburrimiento es preocupándose por algo. En situaciones de este tipo, la ansiedad anticipatoria nos genera aún más ansiedad, y entramos en el bucle de estar ansiosos por el propio hecho de estar ansiosos, lo cual genera preocupaciones artificiales, que no nos aportan nada bueno. Ante experiencias de esta clase, aparece lo que podríamos llamar preocupaciones patológicas.

Características de las preocupaciones patológicas

Hablaremos de preocupaciones patológicas cuando repercuten en el individuo y le producen malestar. Son dos las características que se vinculan más frecuentemente con este tipo de preocupaciones.

1. Baja probabilidad que la preocupación se cumpla

Vemos cómo las preocupaciones patológicas son referidas a sucesos que tienen una baja o muy baja probabilidad de ocurrencia. Por esta razón, consideramos que estas preocupaciones no son funcionales, ya que hacen que el sujeto centre su atención en acontecimientos poco probables, dejando de ser productivo en otras tareas o generando un malestar innecesario.

Este factor a su vez actúa como refuerzo, favoreciendo que esta preocupación vuelva a aparecer; dado que como la probabilidad de que esta se cumpla es baja, lo más común es que efectivamente no tenga lugar y que el sujeto interprete que la no ocurrencia del suceso temido se deba a tener en mente (funcionando a toda máquina) la preocupación.

2. Repetición persistente de la preocupación

Otra condición que suele cumplirse en los individuos con preocupaciones patológicas es la repetición constante de la idea produce malestar. Esta conducta es conocida como rumiación: el individuo no es capaz de dejar de pensar y dar vueltas a la misma preocupación, afectando del mismo modo su funcionalidad.

¿Qué propósitos cumplen las preocupaciones patológicas?

Si tenemos en cuenta los rasgos presentados hasta el momento acerca de las preocupaciones patológicas, podemos vincular su aparición a la manera en la que el sujeto trata de reducir su ansiedad para evitar esta sensación. Es decir, la persona relaciona la no aparición de un suceso negativo con el hecho de preocuparse, pero ciertamente esta conexión no es real, es una creencia supersticiosa.

Otra aparente utilidad de las preocupaciones patológicas que hace creer al sujeto que estas son positivas, es la posibilidad de evitar la incertidumbre, el no poder saber qué ocurrirá en el futuro. Esta falta de conocimiento genera en la persona un malestar que le lleva a desarrollar y mostrar preocupaciones con el propósito de disminuir su sensación de incertidumbre. Esta producción de preocupaciones se verá reforzada, siendo más probable que se realice si el individuo cree en la utilidad positiva de estas para disminuir la aparición de sucesos negativos, manteniéndonos preparados y alertas ante cualquier acontecimiento desagradable.

Ahora bien, la solución para disminuir las preocupaciones no consiste en evitarlas o valorarlas como negativas, puesto que genera el mismo malestar que produce valorarlas como positivas. Cuando el sujeto considera la preocupación como una cognición negativa, que repercute negativamente en él, intentará que esta no aparezca, pero como hemos visto, las preocupaciones surgen de modo automático e incontrolable. Por más que uno quiera, la preocupación puede no desaparecer, incluso puede llegar a aumentar.

Esta valoración negativa de las preocupaciones y la dificultad de que estas se materialicen puede derivar en lo que Adrian Wells denominó como preocupación tipo 2, que consiste en preocuparse por estar preocupado. Se produce así un círculo vicioso donde el individuo entra en un bucle de preocuparse, sentirse mal por estar preocupado y preocuparse más por no poder controlar esta sensación.

Por eso, para romper este bucle de preocupaciones patológicas y ansiedad, es importante asistir a psicoterapia.

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Referencias bibliográficas:

Grupe, D. y Nitschke, J. (2014) Uncertainty and Anticipation in Anxiety: An integrated neurobiological and psychological perspective. Nature Reviews Neurosci.

Shavit, Y. y Tolmacz, R (2014) Pathological Concern: Scale Construction, Construct Validity and Association with Attachment, Self-Cohesion and Relational Entitlement.

Sanz, L.J. (2018) Manual CEDE de preparación PIR: Psicología Clínica Vol.1. CEDE: 5ªEdición.

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autora del artículo

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Por Laura Palomares Pérez

PSICÓLOGA - SEXÓLOGA COLEGIADA M-15270

Laura Palomares (Madrid, 1973) se licenció en Psicología en la por la UAM, funda y forma parte de Avance Psicólogos desde el año 1999. Amplía su formación en los siguientes ámbitos de la psicología: Título de Formadora en Sexología por el Instituto de Ciencias Sexológicas (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henarés. Master en Sexología por el Instituto de Sexología de Madrid (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henares. Prácticum en la Sociedad Sexológica de Madrid-Fundación SEXPOL. Título de Especialista en Terapia Gestalt, por la Fundación Laureano Cuesta en la Universidad de Comillas. Especialista en Terapia de Pareja, por el Centro Psicológico Dr. De Francisco. Diploma en Técnicas de Integración Cerebral (TIC), por el Centro de Terapias de Avanzadas. Tras 25 años de experiencia como psicoterapeuta, ahora colabora como divulgadora para medios especializados en el ámbito de la Psicología y la salud.

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