¿Qué es la compasión?

¿Qué es la compasión? 7 Consejos clave para desarrollarla

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Si bien tener compasión hacia los demás está bien visto, tenerla o sentirla hacia uno mismo, no tanto. Esto es porque confundimos la compasión o la autocompasión con el regocijo en nuestras emociones o en darnos pena a nosotros mismos o a nosotras mismas. En cambio, la compasión dirigida a los demás la llegamos a ver como empatía.

Sin embargo, la compasión hacia uno mismo es igual de importante o más, ya que se trata de una herramienta muy útil para la gestión de las emociones, en especial, las emociones desagradables y que pocas veces utilizamos. La compasión nos puede generar un equilibrio emocional imprescindible para nuestro día a día.

En este artículo, vamos a centrarnos en revelar qué significa sentir compasión hacia uno mismo y cómo nos puede ser esto de gran ayuda y, a continuación, os daremos algunas claves o consejos para desarrollarla.

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¿Cuál es el significado de la compasión?

Resulta habitual pensar que la autocompasión está relacionada con un sentimiento no deseado, pues lo tendemos a relacionar con la vulnerabilidad o con el victimismo. A pesar de este pensamiento tan tradicional, las terapias de tercera generación han visto, a través de sus investigaciones, que la compasión está ligada a la inteligencia emocional y que puede suponer la clave la diferencia entre llegar a gestionar nuestras emociones adecuadamente.

Con compasión o autocompasión nos referimos a la sensibilidad hacia el sufrimiento humano, ya sea este propio o ajeno. El sufrimiento forma parte de la vida y, en más ocasiones de las que nos gustaría, nos resistimos a aceptar que esto es así.

Practicar la compasión consiste en identificar y admitir las emociones, las sensaciones o los pensamientos que estamos teniendo sin juzgarnos por ello. Es decir, se trata de tener un autodiálogo más amable, en lugar de desear eliminar lo que estamos sintiendo o lo que estamos eliminando. Además, juzgarse a uno mismo o a una misma, tiene un precio: el dolor emocional. Cuando estamos continuamente juzgándonos porque queremos estar bien y no lo conseguimos en todo momento, a todas horas y todos los días, nos frustramos.

¿Y qué beneficios tiene practicar la compasión? A continuación, te lo explicamos.

¿Qué beneficios tiene sentir compasión?

Como decíamos al principio, la amabilidad y la empatía están bien vistas siempre y cuando sea hacia las demás personas. No ocurre igual cuando esa amabilidad es hacia nosotros mismos. Ahora bien, la amabilidad con uno mismo resulta una herramienta muy poderosa a la hora de abordar las emociones más desagradables. Cuando cometemos un error nuestro autodiálogo tiende a ser cruel, lo cual, a su vez, intensifica el malestar que sentimos. Con la compasión, aprendemos a tratarnos mejor y a ser más amables con nosotros mismo.

Otro beneficio de la compasión es la resiliencia. La resiliencia es la capacidad de recuperarnos frente a los acontecimientos adversos. Al tratarnos mejor, no alimentamos el malestar, con lo cual nos recuperamos antes y podemos empezar a afrontar lo malo que nos ocurre.

Todo esto nos lleva a que aprendamos de forma amable y podamos fomentar el desarrollo personal. De esta forma, dejamos de lado la falsa idea de que necesitamos una autoestima alta para estar psicológicamente sanos. Estudios recientes nos iluminan y dicen que la alta autoestima es una consecuencia de conductas saludables, y no al revés. La autoestima es el valor que nos damos a nosotros mismos, pero esto puede llegar a ser contraproducente, ya que es sensible a lo que los demás opinan. En cambio, con la compasión nos vemos desde un punto de vista amable y respetuoso.

7 claves para desarrollar la compasión

A continuación veremos los 7 tips más importantes para desarrollar la compasión:

1. Separa pensamientos y emociones de tu autoconcepto

Tus pensamientos y tus emociones no te definen. Pensar “Qué torpe soy”, no te convierte en una persona torpe, tendrás momentos en los que actúes con torpeza (al igual que el resto del mundo), pero no en todo momento. Al igual que sentir tristeza, no te convierte en una persona triste. Resulta muy terapéutico ver los pensamientos y las emociones como meros pasajeros que entran y salen de nuestra mente, pero que no están par quedarse, son temporales.

Para ello, resulta muy útil observar nuestros pensamientos y poner delante de ellos la muletilla de “Estoy teniendo el pensamiento de….”. Por ejemplo, en lugar de decir, “Pienso que no valgo para nada”, es más recomendable, sustituirlo por “Ahora mismo, estoy teniendo el pensamiento de que no valgo para nada”. De esta forma, también vas modificando tu autodiálogo interno.

2. Practica la empatía

 Una famosa frase de Dalai Lama es: “Si usted quiere que los demás sean felices, practique la compasión. Si usted quiere ser feliz, practique la compasión”. La compasión también es necesaria para forjar vínculos sanos con el resto de las personas que nos rodean. Para ello, es vital entender el contexto y la historia del otro y comprender que la forma en que nosotros pensamos, sentimos o actuaríamos no tiene por qué ser la misma que la forma en la que los demás lo hacen.

La empatía va mucho más allá de entender a alguien. Se trata, más bien, de entender a ese alguien (cómo piensa, cómo siente, cómo actúa) siendo ese alguien, en los zapatos de esa persona.

3. Sé amable contigo

Para ello, lo primero que has de hacer consciente es la manera en que te hablas. ¿Cómo son tus pensamientos acerca de ti? Trae a tu mente los mensajes que te mandas en el día a día y, ahora, piensa en una persona a la que quieras, ¿te gustaría que esa persona se hablara a sí misma como te hablas tú?

La práctica de la compasión te brinda un diálogo interno muy terapéutico que alivia sufrimientos evitables y aumenta el bienestar psicológico.

4. Ten claros cuáles son tus valores

 Cada persona definimos quién y cómo queremos ser de manera abstracta. Esa definición son nuestros valores. Además, los valores son algo elegido y no son metas, sino conductas que llevamos a cabo en el día a día, que no tienen un fin. Se trata de lo que sea importante para ti.

Por ejemplo, si para ti es importante la solidaridad, ¿qué deberás hacer para desarrollarla? ¿Donar veintemil euros a una ONG? ¿y si no los tienes? ¿te convierte eso en una persona menos solidaria? No existe un objetivo concreto para practicar la solidaridad, pero sí es posible que sea tu camino a recorrer.

Saber cuáles son tus valores y clarificarlos te ayudará a ver cuál es la mejor versión de ti y, a la vez, tratarte con compasión. Recuerda que los valores no son metas, sino el horizonte.

5. Permítete estar mal

Cuando hablamos de tener compasión y de vivir el momento presente, nos referimos tanto para lo que nos es agradable como lo que nos es desagradable. Cuando sentimos malestar emocional tendemos a querer quitarnos ese malestar de raíz y, a menudo, acudimos a terapia psicológica con la expectativa de que nos darán herramientas para quitarnos dicho malestar.

Nada más lejos de la realidad. Cuando nos empeñamos en quitarnos el malestar lo único que conseguimos es alimentarlo, pues entramos en una doble lucha: el malestar y el querer eliminarlo a toda costa. Date cuenta de que si dejas estar el malestar, aceptándolo, abrazándolo, solo tendrás que transitarlo. 

6. Atención plena

Estar presente en el momento en el que se vive es clave para practicar todo lo anterior. La atención plena implica que afrontemos lo que nos ocurre (los hechos, las emociones, los pensamientos, etc.) sin juzgar, simplemente observando. A menudo, los juicios nos alejan de la realidad y nos impiden vivir en el presente.

Con la atención plena, practicar la compasión también se nos hará más fácil, ya que supone tener una mirada nueva, de curiosidad o de aprendiz, en la que no nos juzgamos.

7. Escribe

La escritura, aunque no es la panacea, a mucha gente le resulta muy terapéutico. No se trata de escribir de forma que quede literariamente bien, sino de dejarse llevar por aquello que escribes, sin importar la estructura, le hilo o las faltas de ortografía. Si te centras en eso, tu atención estará focalizada en el rendimiento y en la exigencia. Y no es esa la mejor manera de desarrollar la compasión, ¿no crees?

Además, al escribir verás tus pensamientos con distancia, de forma que te alejas de ellos, en lugar de fusionarte con ellos y ver que tu diálogo interno no te define, tal y como explicábamos en el primer y tercer punto.

Conclusiones: ¿Cómo mejorar la compasión?

En psicología, la investigación tiene un gran interés en determinar, definir o medir los beneficios de la compasión en la calidad de vida de las personas y su bienestar psicológico o su salud mental. Por esta razón, en los últimos años se han disparado los estudios dirigidos a investigar sobre el fenómenos de la compasión. Igualmente, a día de hoy existen numerosos programas dirigidos a aprender a desarrollar la compasión que se aplican a muchos ámbitos (laboral, sanitario, educativo, social, etc.). Esto permite que no solo se inculque la compasión desde la terapia psicológica individual sino como un estilo de vida.

En resumen y de forma abreviada, podríamos definir la compasión como una mirada autocrítica y observadora, libre de juicios y encaminada al respeto, permitir el error, aprender y continuar mejorando.

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Referencias bibliográficas

Neff, K. (2012). Sé amable contigo mismo. El arte de la compasión hacia uno mismo.

Fuertes, C., Aranda, G., Rezola, N., Erramuzpe, A., Palacios, C., & Ibáñez, B. (2019, December). Persistencia a largo plazo de los efectos de un programa de mindfulness y autocompasión en profesionales sanitarios de Atención Primaria. In Anales del Sistema Sanitario de Navarra (Vol. 42, No. 3, pp. 269-280). Gobierno de Navarra. Departamento de Salud.

Felipe, A. C., & Moreno, J. B. (2018). Ser amable con uno/a mismo/a: Aplicación de un programa de autocompasión en el marco de la función tutorial. LIBRO DE ACTAS, 78.

Bellosta-Batalla, M., Garrote-Caparrós, E., Pérez-Blasco, J., Moya-Albiol, L., & Cebolla, A. (2019). Mindfulness, empatía y compasión: Evolución de la empatía a la compasión en el ámbito sanitario. Revista de Investigación y Educación en Ciencias de la Salud (RIECS)4(S1), 47-57.

González-García, M., & López, J. G. (2017). Bases neurofisiológicas de mindfulness y compasión: Una propuesta desde la teoría polivagal. Mindfulness & Compassion, 2(2), 101-111.

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autora del artículo

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Por Brenda Ruano Bodemer

PSICÓLOGA SEXÓLOGA COLEGIADA M-34490

Brenda Ruano Bodemer (Madrid, 1993) se graduó en Psicología por la UCM. Trabaja en la consulta privada desde 2016. Desde entonces, lleva formándose en distintos ámbitos de la psicología: Máster en Sexología, educación sexual, asesoramiento y terapia sexual (UCJC, IUNIVES), Máster en Psicología General Sanitaria (Universidad de Nebrija). Título en Psicología Afirmativa en Diversidad Sexual y de Género (COP). Además de la consulta privada, ha trabajado en centros de día de adicciones y, actualmente, imparte talleres de Educación Sexual en institutos y da formación a profesores sobre Educación Sexual.

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