El embarazo es mucho más que un proceso biológico basado en las hormonas y la reproducción. Es, además, un fenómeno psicológico que modifica por completo la realidad de quien va a tener un bebé.
Sin embargo, las implicaciones psicológicas del embarazo no terminan en la piel de la mujer embarazada: tienen consecuencias también en su entorno social, especialmente en su pareja, en caso de tenerla.
Uno de los ejemplos más claros de esto es lo que se conoce como síndrome de la covada, cuyas características veremos a continuación de manera resumida.
¿Qué es el síndrome de la covada?
El síndrome de la covada, también conocido como síndrome de Couvade, es un fenómeno psicológico que se da en personas muy cercanas a la mujer embarazada, especialmente el padre del bebé. En concreto, está compuesto por síntomas típicos en mujeres embarazadas, aunque normalmente con menor intensidad.
Como a la práctica quien más de cerca vive el embarazo es, además de la mujer embarazada, la pareja de esta, en ocasiones se llama “embarazo psicológico masculino”, dado que las uniones más comunes son heterosexuales. Sin embargo, no existen mecanismos psicológicos específicos que nos indiquen que el síndrome de la covada solo puede ser desarrollado por hombres.
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Síntomas
Estos son los principales síntomas del síndrome de la covada.
1. Ansiedad
La ansiedad es uno de los aspectos más destacables del síndrome de la covada, y se mezcla con el resto de síntomas tanto en lo cognitivo como en lo comportamental.
La persona experimenta de forma relativamente frecuente un sensación de que necesita estar alerta, a veces debido a pensamientos preocupantes y en otras ocasiones sin ser capaz de detectar una causa concreta. Esto se debe a un desajuste hormonal.
2. Problemas de digestión
Los problemas de digestión van asociados al estrés, y se hacen notar enseguida, tras el inicio de estos episodios de ansiedad. Incluyen náuseas, gases, etc.
3. Trastornos del sueño
La persona con síndrome de la covada suele tener problemas para empezar a dormir, y en los casos más extremos, incluso se despierta varias veces sin motivo aparente más allá del hecho de tener un sueño ligero.
4. Antojos
Los antojos a la hora de comer son el resultado de un estilo de afrontación del malestar que produce el síndrome de la covada. Se busca una distracción en el hecho de saborear ciertos alimentos.
5. Dolores
Los dolores de tipo muscular también son comunes, sin que se hayan producido lesiones. En general, el sistema nervioso es más sensible a los estímulos provenientes del exterior.
6. Alteraciones cutáneas
La piel es una de las partes del cuerpo en la que los efectos del estrés y de la ansiedad más se hacen notar, y este caso no es una excepción. Ante el síndrome de la covada, pueden aparecer sarpullidos y problemas de acné.
7. Fatiga
En parte a todo lo anterior, las personas que desarrollan síndrome de la covada tienden a sentirse fatigadas con una frecuencia más elevada de la normal.
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Causas
Al ser un fenómeno psicológico complejo, no existe una sola causa que permita explicar cómo surge el síndrome de la covada: cada caso es único y tiene sus características, y siempre hay involucradas variables tanto biológicas y genéticas como ambientales y dependiente del aprendizaje (voluntario o inconsciente).
Por otro lado, desde la psicología evolucionista se plantea la hipótesis de que el síndrome de la covada es el fruto de un mecanismo de adaptación por selección natural. En concreto, se han observado indicios de que la regulación hormonal de los hombres tiende a coordinarse con la de sus parejas cuando estas están embarazadas; de este modo, ambos prestan especial atención al proceso de desarrollo del bebé y eso facilita que nazca sano (y que la madre disponga de ayuda).
¿Qué hacer?
Tal y como hemos visto, el síndrome de la covada no es en sí un trastorno psicológico ante el cual sea necesario buscar ayuda profesional en todos los casos. Sin embargo, sí es verdad que algunas personas que han desarrollado este fenómeno pueden llegar a un punto en el que se sienten superadas por la situación, y buscan asistir a psicoterapia.
En estos casos, los psicólogos podemos ayudar a partir de nuestra formación y nuestro dominio de estrategias y recursos terapéuticos de gestión de las emociones, que tienen efectos positivos tanto en los hábitos y la manera de relacionarse con el entorno y con los demás, como en la manera de interpretar la realidad y de relacionarse con los propios pensamientos. Si te interesa, ponte en contacto con nuestro equipo de psicoterapeutas para asistir a sesiones presenciales u online.
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Referencias bibliográficas:
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Storey, A.E.; Walsh, C.J.; Quinton, R.L. & Wynne-Edwards, K.E. (2000). Hormonal correlates of paternal responsiveness in new and expactant fathers. Evolution and Human Behavior, 21: pp. 79 – 95.