¿Cuántos tipos de personalidad existen? ¿se puede clasificar la personalidad realmente? ¿puedes cambiar de un tipo de personalidad a otro? ¿son compatibles todos los tipos de personalidades?
La psicología se ha hecho estas preguntas desde siempre y lo sorprendente es que esta ciencia aún no ha encontrado respuestas claras. Existen diversas teorías sobre la personalidad y todavía hoy la psicología se pregunta si se puede considerar algo biológico, algo que depende del ambiente, o incluso que una mezcla de ambos factores. Si bien es cierto que la mayoría de estas teorías lo que buscan es conocer las características de distintas personalidades para reconocer trastornos o dificultades, otras muchas, buscan únicamente describir los tipos de personalidades para, a partir de ahí, encontrar el camino hacia el autoconocimiento, la aceptación y la superación personal.
Una de las clasificaciones que tiene este objetivo, es decir, que busca más el bienestar psicológico y no tanto el trastorno, es el eneagrama. Esta herramienta divide la personalidad en nueve tipos de personalidad y su nombre viene de la figura con ese mismo nombre. No solo describe los tipos de personalidad sino que también explica cómo nos relacionamos con los demás, nuestros puntos débiles y nuestros puntos fuertes.
¿Qué son los tipos de personalidad?
Antes de adentrarnos a explicar los nueve tipos de personalidad tendremos que definir lo que es la personalidad.
La personalidad es el conjunto de características psicológicas de un individuo. Es importante señalar que dichas características no son rígidas o permanentes, sino que están en continuo desarrollo, por lo que pueden ir cambiando a lo largo de la vida. La personalidad explicaría por qué distintas personas, ante la misma situación, actúan distinto. Dentro de la personalidad, también hablaríamos de pensamientos, sensaciones, emociones, sentimientos, actitudes o estrategias de afrontamiento.
Los 9 tipos de personalidad y sus características
Ten en cuenta que la siguiente numeración no corresponde a una jerarquía, es decir, ningún tipo es mejor que otro.
1. El reformador
Para este tipo de persona resulta muy importante saber distinguir entre el bien y el mal, tienen un gran sentido de la ética y son concienzudas. Por ello, se esfuerzan mucho en hacer bien lo que se proponen, sin embargo, le temen mucho al error, lo cual le limita a la hora de ponerse objetivos. El reformador debería aprender a gestionar su frustración y su impaciencia cuando algo no le sale como esperaba.
Por ejemplo, se trataría de una persona perfeccionista, de la cual podemos pensar que es su punto fuerte, pero esto también es un defecto en el sentido de que, en más ocasiones de las que el reformador desearía, le acompaña el pensamiento de “si no me va a salir perfecto, mejor no lo hago”, con lo cual ni siquiera lo intenta, perdiendo muchas oportunidades de éxito.
2. El ayudador
Este tipo de persona suele ser comprensiva, sincera y bondadosa. Su patrón de conducta está orientado hacia los demás, sintiendo orgullo cuando ve que alguien más le necesita. Esto, a su vez, genera que el ayudador tenga dificultades para reconocer sus propias necesidades. Por lo tanto, su objetivo de crecimiento será aprender a reconocer estas y no necesitar el cariño de los demás para sentirse querido, aprender a pedir ayuda y poner límites.
Por ejemplo, es el tipo de persona que siempre está ahí para los demás, pero analizas un poco su vida y te das cuenta de que nunca tiene tiempo para sí. Siempre está dispuesta a dejar lo que tiene que hacer ella si alguien le pide ayuda, aunque ello suponga dejar de lado sus propias tareas o intereses.
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3. El triunfador
El triunfador definirá su autoconcepto y su autoestima en base a sus propios logros. Al mismo tiempo, tiene una tendencia a actuar como cree que los demás quieren que actúe, importándoles mucho la imagen que proyectan al resto. Por otro lado, siente mucha motivación por el progreso en todos los ámbitos. Si sabe gestionarlo, el triunfador se aceptará a sí mismo a la par que aprende de los fracasos para mejorar.
Un ejemplo de este tipo de personalidad sería una persona adicta al trabajo y altamente competitiva. Focaliza en exceso su atención en los objetivos de resultado, queriendo conseguir siempre el mejor resultado posible.
4. El individualista
Las personas de tipo individualista tienden a ser muy conscientes de sí mismas, son sensibles y a la vez reservadas y calladas. Al mismo tiempo se sienten vulnerables frente a los demás y eso les hace retraerse. Tienden a un estado de ánimo depresivo, pero en un estado sano, son muy creativas, inspirándose para renovarse y transformar sus experiencias. Ser consciente de uno mismo puede ser ventaja e inconveniente al mismo tiempo.
Por ejemplo, la persona individualista puede ser aquella que en eventos sociales suele ser la más callada y que habla solo cuando tiene algo que decir, perdiendo espontaneidad.
5. El investigador
Como podemos deducir, el investigador es una persona analista y observadora, muy perspicaz y curiosa. Tienen gran capacidad de concentración y de desarrollo de ideas innovadoras. Siendo estos sus puntos fuertes, sus puntos débiles es que pueden rozar la obsesión con sus pensamientos, llegando al nerviosismo extremo y desligándose del presente.
Un ejemplo de persona investigadora es aquella que analiza constantemente el por qué de sus conductas o incluso de sus emociones, quedándose obsesionada en analizar cada detalle de su mente buscando algo que esté mal.
6. El leal
Este tipo de personalidad tiene como valores principales la sinceridad y la fidelidad. Transmite mucha confianza y son muy responsables y, curiosamente, también son desconfiados y ansiosos. A menudo, sienten miedo por lo desconocido y a todo lo que les pueda generar dolor emocional. Para su desarrollo personal, deberá encontrar el valor dentro de sí mismo y confiar en sus propios recursos psicológicos para afrontar adversidades.
Por ejemplo, una persona leal desconfiará de las personas, sobre todo, de los nuevos vínculos que genere y le costará aprender a confiar en ellos. No obstante, cuidarán mucho no hacer daño a dicho vínculos.
7. El entusiasta
Optimistas y espontáneas, las personas con este tipo de personalidad, son muy productivas y suelen estar ajetreadas. Esto puede generarles cierta desorganización y a una impulsividad que no siempre puede ser beneficiosa. Deberá aprender a manejar esas emociones y la toma de decisiones de forma responsable.
Es el tipo de persona que casi siempre está en movimiento. Suele tener muchos frentes abiertos y proyectos por delante. A veces, tantos que no termina nada de lo que empieza.
8. El desafiador
Tiene madera de líder y es uno de los tipos de personalidad que quieren tener a su entorno controlado, deseando esconder sus debilidades a toda costa. De igual modo, buscan la protección de quienes consideran que lo necesitan, pudiendo volverse demasiado orgullosas. El desafiador deberá aprender a aceptar sus debilidades y a dejarse llevar por el descontrol.
Un ejemplo de este tipo de persona sería aquella que están muy centradas en que quien obra mal debe pagar las consecuencias, muy apegadas al sentimiento de justicia, y que transmiten estar muy seguras de sí mismas.
9. El pacificador
Las personas con este tipo de personalidad son pasivas y tienden a huir del conflicto. Con lo cual, suelen dejar que las decisiones las tomen otros para no cargar con el peso de la responsabilidad. Su principal preocupación es no romper con la tranquilidad interna, pero esto a su vez les puede llevar a ejercer de mediadores en los desacuerdos. Su objetivo de crecimiento, lógicamente será aprender a escuchar cuáles son sus deseos reales y a tomar decisiones aunque ello le suponga perturbar esa paz interior.
Un ejemplo de este tipo persona es el que, ante un problema, tiende a relativizar demasiado, escucha pero da la solución más fácil e intenta que esta le influya a él o ella lo menos posible. Se meterá en los asuntos de los demás solo si se lo piden o si ve que ello no va a suponer tomar decisiones.
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Conclusiones: Tipos de personalidad
Conocer nuestras tendencias más inconscientes nos ayuda en el proceso de autoconocimiento, un arma bien poderosa para empezar a generar cambios en nuestra vida, sobre todo, aquellos necesarios para conseguir un mayor bienestar. Saber entenderse y explicar nuestros comportamientos, nuestros sentimientos y nuestros pensamientos es vital para iniciar el proceso de ser la persona que queremos ser y no quedarnos anclados en el típico “es que yo soy así”. Por eso, es más que probable que al haber leído los distintos tipos de personalidad te hayas sentido identificado con más de uno.
Dicho esto, reiteramos la idea de que los tipos de personalidad no son algo rígido y que se puede cambiar, especialmente, si te embarcas en un proceso de terapia psicológica.
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