Parejas Swingers: ¿Qué son y cuáles suelen ser sus normas?

Parejas Swingers: ¿Qué son y cuáles suelen ser sus normas?

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Es probable que alguna vez hayas oído hablar de las parejas swingers o “liberales”, pero… ¿sabes realmente en qué consiste este tipo de relación? Habitualmente pensamos en quienes siguen este estilo de vida como matrimonios que practican el intercambio de parejas. Sin embargo, hay mucho más que eso.

En las relaciones swinger existe un pacto por el cual ambas partes de la pareja pueden implicarse sexualmente con otras personas, siempre y cuando lo hagan al mismo tiempo. Esto puede suceder por medio del famoso intercambio de parejas pero también en tríos, orgías y sexo en grupo, prácticas voyeuristas o exhibicionistas, etc.

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¿Qué son las parejas swingers y en qué consiste este tipo de relación?

El estilo de vida swinger se enmarca dentro del conjunto de estructuras relacionales conocido como “no monogamias éticas”: es decir, tipos de relación en los que se hace un pacto de no exclusividad (que puede ser a nivel sexual, romántico o del tipo que se acuerde).

Las relaciones swinger tienen en común con las relaciones abiertas el hecho de que se elimina la exclusividad sexual pero se mantiene la exclusividad romántica en la pareja, mientras que en otras no monogamias como el poliamor se puede tener implicación afectiva con diferentes personas. La particularidad de las relaciones swinger es que los encuentros sexuales con otras personas se tienen siempre en pareja.

Las principales normas de las parejas swingers

 El swinging no consiste en hacer lo que te apetezca en cualquier momento, sino que existen una serie de pautas imprescindibles para que todo vaya de la mejor manera posible. Estas son algunas de las principales reglas que debes conocer si quieres plantearte la posibilidad de entrar en cualquier red social o club de swingers.

1. Dejar los celos a un lado

Las personas y parejas swingers afirman con frecuencia que este estilo de vida es “no apto para personas celosas”. Evidentemente, cuando te planteas la posibilidad de involucrarte con terceras personas a nivel sexual has de tener en cuenta que tu pareja va a hacerlo también.

Todas las personas experimentamos celos, ya que son una emoción más. Es inevitable, en cierto sentido, ya que todo el mundo tiene sus inseguridades y más cuando nos exponemos a situaciones como las que se dan en el mundo swinger. Dejar los celos a un lado quiere decir que, aunque los sintamos a veces, no debemos dejarnos llevar por ellos y caer en conductas de hipervigilancia o control, sino que pueden gestionarse con una buena comunicación o con estrategias de afrontamiento emocional.

2. No implicarse afectivamente

Como he mencionado más arriba, a diferencia de otras no monogamias como el poliamor, en las relaciones swinger el contacto “extramatrimonial” es exclusivamente sexual. Obviamente, en cualquier contacto (ya sea sexual o de cualquier índole social o personal) hay emociones involucradas aunque no estemos hablando de amor.

Sin embargo, cuando hablamos de no involucrarse a nivel romántico nos referimos a no establecer vínculos afectivos con personas ajenas a la pareja. Por eso suele estar prohibido contactar por cuenta propia con personas con las que ha habido encuentros sexuales, y mucho menos hacerles regalos o tener detalles similares.

3. No repetir

Precisamente para evitar implicaciones excesivas, una de las normas más habituales entre swingers es la de no repetir (o, como mucho, repetir sólo una vez) con una misma persona o pareja.

En las relaciones no monógamas es común utilizar la expresión “energía de la nueva relación”: esta frase hace referencia al hecho de que, cuando conocemos a una persona nueva, es muy probable que acapare nuestra atención y nuestro tiempo. Pero, como ya hemos visto, en las relaciones entre swingers siempre prima el vínculo afectivo preexistente en la pareja y por eso los contactos sexuales han de hacerse de manera limitada.

4. Guardar discreción

Como podrás imaginar, aún a día de hoy hay una gran parte de la población que no entiende o no aprueba las prácticas swingers. Precisamente por eso hay algunas personas que son más abiertas a la hora de visibilizar esta parte de su vida mientras que otras prefieren mantenerse en el anonimato.

Si, por ejemplo, acudes a un local de swingers, es posible que existan normas en lo que respecta a sacar fotos dentro del club. Compartir en redes sociales fotografías en las que aparecen personas que no han dado su consentimiento puede “sacarlas del armario” de manera forzosa y ponerlas en un compromiso. Esta discreción también se extiende a nombres, números de teléfono y cualquier dato que pueda identificar a personas que no quieran hacer público este ámbito de su vida.

5. Reservar un espacio para la pareja

Como ya hemos mencionado en uno de los puntos anteriores, la pareja es lo prioritario en todo momento. Para evitar que la relación se resienta, es importante que haya cosas exclusivas de la pareja en las que no se implique a nadie más.

Esta exclusividad puede ceñirse a prácticas, tiempos, lugares, etc. Por ejemplo, hay algunas parejas de swingers que se reservan los besos en los labios mientras que otras se reservan el sexo con penetración. O, por el contrario, la pareja puede reservarse ciertos lugares (su casa, su cama, el restaurante donde tuvieron su primera cita…) o momentos (por ejemplo, algunas parejas tienen por norma verse con otras personas solamente los sábados y reservar otros días para pasar en pareja).

6. Protegerse

¿Recuerdas el anterior apartado acerca de la necesidad de guardar discreción? Ya hemos dicho lo importante que es tener cuidado a la hora de manejar datos e imágenes personales. Pues bien, de la misma manera que debemos cuidar lo que compartimos de otras personas, es recomendable ser prudentes con los datos que revelamos sobre nuestras vidas a las personas con las que tenemos encuentros. Por ejemplo, si conoces a una pareja en una web de swingers sería aconsejable que te asegurases de que son quienes dicen ser antes de, por ejemplo, darles tu dirección para quedar en tu casa.

Y no sólo hablamos de datos a la hora de protegernos. Cuando aumenta el número de personas con las que tenemos relaciones sexuales se incrementa, en consecuencia, el riesgo de transmisión de infecciones. Por eso en el ambiente swinger el uso del preservativo suele ser indiscutible.

7. Respetar los límites pactados

 Especialmente si es tu primera experiencia en el mundo liberal, lo más recomendable es pactar ciertas cosas de antemano. Pongamos que tu pareja y tú habéis planeado hacer vuestra primera visita a un local swinger. ¿Qué es lo que esperáis? ¿Hay algo que os gustaría hacer? ¿Hay algo que creéis que podría incomodaros? La recomendación suele ser ir “sólo a mirar” el primer día sin interactuar con nadie, ver cómo os sentís y empezar a hablar a partir de ahí sobre lo que os gustaría hacer la próxima vez (si es que queréis repetir).

O sea, no suele ser aconsejable improvisar y mucho menos las primeras veces. También es necesario, si quedáis con una o varias personas para un encuentro, que habléis de antemano sobre lo que queréis hacer y lo que no. Cada persona tiene sus preferencias y sus límites, y los locales también tienen los suyos propios. Por ejemplo, algunos de los clubes más “tradicionales” tienen por norma que no haya contacto sexual entre hombres.

8. Comunicarse

Al fin y al cabo, siempre que hablamos de relaciones de pareja tenemos que resaltar el importante papel que juega la comunicación en absolutamente todos los aspectos. Esto es así tanto en las relaciones monógamas como en las relaciones no monógamas, de manera que las parejas de swingers no son una excepción.

Desde la conversación inicial en la que se plantea la posibilidad de abrirse al estilo de vida swinger hasta la negociación de límites, pasando por la expresión de las emociones que pueden ir surgiendo, es fundamental saber cómo y cuándo compartir lo que sentimos y lo que queremos. Y, por supuesto, siempre debe existir la posibilidad de renegociar las normas previamente pactadas en caso de que cualquiera de las personas implicadas se sienta incómoda.

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¿Mi pareja y yo podemos ser swingers?

En ocasiones se han “vendido” las relaciones swinger como una manera de mejorar las relaciones de pareja… pero esto es cierto sólo en parte. Es verdad que muchas parejas han visto fortalecida su relación al convertirse en swingers, pero esto no quiere decir que se trate de una especie de salvavidas para relaciones con problemas.

Antes de plantearte entrar en el mundo swinger es necesario que revises los motivos por los que lo haces. Si es porque os apetece y para que sume cosas positivas a vuestra vida sexual, puede ser una buena idea. Si, en cambio, es algo que quieres hacer porque tu pareja ya no te atrae, porque os aburrís… quizás es mejor trabajar antes en la relación que ya tenéis para solidificarla antes de someterla a un cambio tan importante.

 Orientación de pareja

Abrir una relación a la práctica swinger puede ser muy positivo, pero también difícil. El asesoramiento de pareja puede ser una opción para ir dando pasos de manera ordenada y con una comunicación abierta.

En el equipo de Avance Psicólogos contamos con terapeutas de pareja que pueden orientarte en este proceso. Si quieres contar con nuestro asesoramiento puedes hacerlo de manera presencial o en modalidad online.

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Referencias bibliográficas

Jenks. R. J. (2014). An on-line survey comparing swingers and polyamorists. Electronic Journal of Human Sexuality, 17.

Niekamp, A. M., Mercken, L., Hoebe, C. y Dukers-Muijrers, N. (2013). A sexual affiliation network of swingers, heterosexuals practicing risk behaviours that potentiate the spread of sexually transmitted infections: A two-mode approach. Social Networks, 35(2), 23-236.

Ruzansky, A. y Harrison, M. (2018). Swinging high or low? Measuring sef-esteem in swingers. The Social Science Journal, 56(1), 30-37.

Urbiola, O. (2010). Nuevas formas de sexualidad: Intercambios de pareja, sexo en grupo y estilo de vida swinger. Madrid: Psimática.

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autora del artículo

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Por Andrea Martínez Fernández

PSICÓLOGA - SEXÓLOGA COLEGIADA M-28412

Andrea Martínez es licenciada en Psicología por la Universidad de Deusto. Posee un Máster en Psicología Clínica Basada en la Evidencia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Salud Sexual y Psicología Clínica por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Especialista en Terapias Contextuales (ACT, FAP y técnicas Mindfulness) por el Madrid Institute of Contextual Psychology. También se ha formado en Psicología Afirmativa en Diversidad Sexual y de Género por el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. Desde 2019 forma parte del equipo colaborador de Avance Psicólogos ofreciendo terapia psicológica, sexológica y de pareja con perspectiva de género. Además, ejerce como divulgadora y formadora en varias plataformas relacionadas con la Educación Sexual.

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