Falta de motivación: Las 9 fuentes motivacionales para la vida

Falta de motivación: Las 9 fuentes motivacionales para la vida

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La falta de motivación o apatía es un sentimiento que todos y todas hemos experimentado alguna vez. Puede sonar como un tema muy banal y que puede tener fácil solución. Sin embargo, cuando una persona está pasando por una etapa en la que no tiene motivación y dicha etapa se alarga, puede llegar a ser un problema.

La falta de motivación puede llegar a ser algo grave porque va más allá de tener un mal día o levantarse un día sin ganas de nada. Todos hemos tenido días así. El problema viene cuando esto ocurre un día tras otro, semana tras semana y no somos capaces de encontrar nada que nos motive. El caso extremo sería no encontrar motivos si quiera para levantarnos de la cama. Por eso, es de vital importancia que tengamos fuentes de motivación en la vida. Pero ¿cuáles son esas fuentes de motivación? ¿La motivación se genera sola? A continuación, te lo explicamos con ejemplos.

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¿En qué consiste la falta de motivación?

Llamamos motivación a esa emoción que te mueve a realizar acciones, aquello que inicia y mantiene los comportamientos que están orientados a conseguir un objetivo.

Como decíamos la falta de motivación va mucho más allá de “no tener ganas de nada”. Puede que un día empiece así, pero en realidad, se trata de un círculo vicioso del que es difícil salir, sobre todo, si no se pide ayuda psicológica. Dicho círculo vicioso consiste en la básica de que la inactividad generar inactivación y la inactivación genera inactividad. Esto quiere decir que cuando nos sentimos desmotivados o inactivados, por lo general, el cuerpo nos va a pedir que actuemos según nos sintamos, o sea, que descansemos o que no hagamos nada. Sin embargo, ese no hacer nada, esa inactividad, genera a su vez que el cuerpo no se motive a hacer nada. Podemos deducir, entonces, que este círculo vicioso se rompe realizando actividades, aunque esas actividades no nos apetezcan.

De esta forma, lograremos que nuestro propio cuerpo genere endorfinas, de forma que llegue esa motivación que faltaba, y seamos capaces de levantarnos a hacer cosas y llevarlas a término.

Las 9 fuentes motivacionales

A continuación, te explicamos los distintos de tipos de motivación que la psicología ha clasificado:

1. Motivación extrínseca

 La motivación extrínseca es aquella que se da cuando la recompensa viene de fuera. Es decir, lo que te motiva viene del exterior. Un ejemplo muy claro de motivación extrínseca clásico es el del dinero. Aunque una profesión sea vocacional, el motivo por el que las personas trabajamos es porque una vez realizado el trabajo recibiremos un sueldo.

Este tipo de motivación es básica e importante para muchas de las conductas que llevamos a cabo en el día a día, como precisamente ir a trabajar. Sin embargo, en determinados contextos puede ser poco sana psicológicamente y sobre en ámbitos como la educación. Imaginemos a un niño que tiene como actividad extraescolar el fútbol. No será lo mismo si el niño va a fútbol porque se lo pasa bien jugando (motivación intrínseca, abajo la explicamos) que si el niño realiza esta actividad porque sus padres le felicitan y le llevan a cenar su comida favorita cuando sale de los entrenos.

Por otro lado, emplear la motivación extrínseca puede ser muy educativa. Una falta de motivación extrínseca derivaría en que no encontraríamos en nuestro entorno motivos por los que realizar ciertas conductas.

2. Motivación intrínseca

La motivación intrínseca, al contrario que la extrínseca, se refiere a todo aquello que mueva al individuo a realizar conductas porque la recompensa se encuentra en su interior. Tiene que ver con sentimientos de satisfacción personal, autorrealización o la diversión. La motivación intrínseca es mucho más duradera que la extrínseca.

Siguiendo con el ejemplo anterior, un niño que acude a entrenar al fútbol porque se lo pasa bien con sus compañeros, es mucho más probable que siga realizando dicha actividad, que si acude por la recompensa externa de después.

La extrínseca nos puede parecer más eficaz, sí. Sin embargo, la intrínseca es más educativa en cuanto a los valores de la persona se refiere. Una falta de motivación intrínseca hace que las personas realicemos las cosas por obligación y lleva a la sensación de falta de control, ya que la recompensa depende de los demás, como cuando por ejemplo buscamos la aprobación social (motivación extrínseca).

 3. Motivación positiva

La motivación positiva hace referencia a aquel proceso o conducta que se mantiene por el mero hecho de obtener algo que le es placentero. Por ejemplo, cuando le decimos a un estudiante que si hace los deberes, después iremos al cine. Dicho estudiante hará los deberes porque le gusta ir al cine. Como vemos, en este caso podemos decir que la motivación es extrínseca y, a la vez, positiva.

Se trata de lograr algo que resulte agradable gracias a que la persona realiza determinada tarea. Otro ejemplo, sería si tu amiga impuntual llega a tiempo el día que habéis quedado y tú le invitas a la bebida, lo más probable es que tu amiga llegue puntual la próxima vez (siempre y cuando para tu amiga la recompensa de la invitación sea significativa para ella). Un ejemplo de motivación intrínseca y positiva sería que te alegrases de que tu amiga ha llegado puntual esta vez y que a tu amiga le guste verte feliz y que, por lo tanto, tratará de llegar a la hora la próxima vez.

4. Motivación negativa

La motivación negativa se refiere a la realización de conductas o tareas que tienen como objetivo evitar algo desagradable. Por ejemplo, recoger la lavadora para evitar el conflicto con tu pareja o mentir por el mismo motivo. Si una persona aprende que mintiendo evita enfados y situaciones desagradables con alguien lo más probable es que vuelva a mentir en circunstancias parecidas.

Se trata de evitar consecuencias desagradables, ya sean estas externas (por ejemplo, el grito de alguien) o internas (por ejemplo, sensación de fracaso o la frustración). Por desgracia, en más ocasiones de las que desearíamos nos mueve más la motivación negativa que la positiva, sobre todo, si además es interna. Un ejemplo aclaratorio sería el de no acercarte a hablar con la chica o el chico que te gusta para evitar los sentimientos de vergüenza. Sin embargo, no nos damos cuenta de que realizando la conducta de hablar también podríamos obtener algo agradable, como una cita romántica.

5. Motivación básica

En psicología del deporte, empleamos mucho este tipo de motivación, la motivación básica, para referirnos al nivel de compromiso que tiene un deportista con la actividad que realiza. También se trata del interés que tiene por los resultados que obtenga, su rendimiento y el logro de reconocimientos tanto sociales como personales.

Una falta de motivación en este ámbito implicaría que el o la deportista vea que sus objetivos no se cumplen o que sus resultados están bajando, decreciendo así también su rendimiento. Podemos aplicarlo también al ámbito laboral, por ejemplo.

6. Motivación cotidiana

La motivación cotidiana, por el contrario, se refiere al interés del deportista en los entrenamientos, es decir, la gratificación por el mero hecho de practicar su deporte. Se lo pasa bien durante los entrenamientos y deja fuera la sobrexigencia. Cada día, va con ganas a entrenar y no lo ve como una obligación.

Como podemos suponer, una falta de motivación cotidiana puede repercutir negativamente en el deportista. Aunque lo estamos enfocando en el ámbito del deporte, esto se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida. Una fuerte motivación cotidiana está asociada con una mayor satisfacción vital.

7. Motivación social

Se refiere a los factores externos que nos mueven a relacionarnos con los demás. Los principales motivos que tenemos para ser sociales son la necesidad de afiliación, el reconocimiento social, el logro u otros como el poder o el liderazgo.

Siguiendo con ámbito del deporte, un buen entrenador debe tener en cuenta este tipo de motivación con sus deportistas. Cuanta menos edad tengan estos, más importante será. Según diversos estudios, las principales razones por las que los más pequeños van a practicar algún deporte es porque se lo pasan bien con sus compañeros y porque se sienten pertenecientes a un grupo. Por eso, es tan importante fomentar la cohesión grupal y ejercer el reforzamiento social en la práctica deportiva.

8. Motivación centrada en el ego

Implica que la motivación depende fundamentalmente de retos y resultados en comparación con otros. Propicia que nos esforcemos y demos lo mejor de nosotros mismos, sin entrar en comparaciones tóxicas con los demás.

Ahora bien, tanto en el deporte como en otros ámbitos, como el laboral o el personal, debe ir acompañada de una buena autoconfianza en los recursos propios que tenemos si queremos conseguir resultados a la par que bienestar psicológico. De lo contrario, concurriremos en una falta de motivación centrada en el ego y ello, a su vez, lleva a que las situaciones, en especial en las que estamos sometidos a la evaluación y de las que dependemos del resultado, resulten estresantes y la autoconfianza baje.

9. Motivación centrada en la tarea

Este tipo de motivación depende de retos y resultados personales y las impresiones subjetivas que la persona tenga de dominio y progreso. No es incompatible con la anterior, centrada en el ego, ni opuesta. Se pueden compaginar ambas igual que una buena autoconfianza no quita tener una competitividad moderada y sana.

Si relacionamos la motivación anterior con esta, podemos deducir que una falta de motivación centrada en la tarea provocará que no confiemos en nuestros propios recursos y, por tanto, bajará nuestra autoestima. Por eso, es tan importante mantener ambos tipos de motivación a la par.

Conclusiones

Como digo muchas veces en consulta, la motivación no se crea por sí sola. Si vivimos con la creencia de que una vez tengamos motivación por algo, comenzaremos a llevar a cabo ese algo, lo que haremos será, precisamente, esperar y nada más. Por eso, es de vital importancia tener reforzadores positivos en nuestro día a día, por pequeños que nos puedan parecer (ej.: la taza de café por la mañana, un rayo de sol dando un paseo, etc.). Lo que ocurre en que, a veces, hemos de ser nosotros mismos quienes salgamos en busca de esos reforzadores.

Igualmente, resultaría poco realista y frustrante pretender tener todas las fuentes motivacionales presentes y elevadas. Sería mucho más útil y gratificante conocer de cuáles careces o te gustaría tener en mayor medida y mantenerlas en equilibrio con el resto. Para ello, un asesoramiento psicológico te ayudaría a conocer cuáles son y cómo fomentarlas.

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 Referencias bibliográficas:

Spencer Rojas, L. N. (2017). Estilo motivacional del docente, tipos de motivación, autoeficacia, compromiso agente y rendimiento en matemáticas en universitarios.

García-Allen, J. (2015). Tipos de motivación: las 8 fuentes motivacionales.

Murcia, J. A. M., Gimeno, E. C., & Coll, D. G. C. (2006). Motivación autodeterminada y flujo disposicional en el deporte. Anales de Psicología/Annals of Psychology22(2), 310-317.

Carratalá, E., Luján, J. F. G., Deval, V. C., & García, A. (2006). La diversión en la práctica deportiva en función del modelo jerárquico de la motivación: un estudio con deportistas de especialización deportiva. European Journal of Human Movement, (15), 24.

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autora del artículo

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Por Brenda Ruano Bodemer

PSICÓLOGA SEXÓLOGA COLEGIADA M-34490

Brenda Ruano Bodemer (Madrid, 1993) se graduó en Psicología por la UCM. Trabaja en la consulta privada desde 2016. Desde entonces, lleva formándose en distintos ámbitos de la psicología: Máster en Sexología, educación sexual, asesoramiento y terapia sexual (UCJC, IUNIVES), Máster en Psicología General Sanitaria (Universidad de Nebrija). Título en Psicología Afirmativa en Diversidad Sexual y de Género (COP). Además de la consulta privada, ha trabajado en centros de día de adicciones y, actualmente, imparte talleres de Educación Sexual en institutos y da formación a profesores sobre Educación Sexual.

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