disfuncion erectil
La Disfunción Eréctil, también conocida como Trastorno de la Erección, es una de las disfunciones sexuales más frecuentes. Popularmente se ha conocido con el nombre de “impotencia”, pero este término tiene connotaciones muy negativas.
La Disfunción Eréctil puede experimentarse de maneras muy diversas: hay quienes tienen dificultades para iniciar la erección mientras que otras personas la pierden en el momento del coito, y también hay quienes experimentan erecciones pero no con la rigidez suficiente como para practicar sexo con penetración. También hay variabilidad en cuanto a la historia del problema, porque hay personas que lo experimentan desde sus primeras experiencias sexuales, pero otras empiezan a sufrirlo en un momento concreto de su vida. Además, a algunas personas les ocurre en todos sus encuentros sexuales mientras que para otras sólo se produce en determinadas situaciones o con una pareja en particular.
Lo que sí es claro es que, como hemos mecionado, es una de las dificultades sexuales más frecuentes; tiene una prevalencia del 37 al 48% pero, dado que es un tema del que no se suele hablar, quienes lo experimentan pueden sufrir un gran estigma y aislamiento.
Descubriremos a continuación las dos causas principales de la disfunción eréctil:
Los problemas físicos pueden ser la causa en un 30% de los casos de Disfunción Eréctil, aproximadamente. La mayoría de ellos pueden beneficiarse del tratamiento médico. Incluyen problemas estructurales, enfermedades y conductas nocivas para el cuerpo:
De manera natural, la erección puede ir perdiendo rigidez con los años. A esto pueden sumarse condiciones orgánicas y problemas crónicos propios de la edad que condicionan la
facilidad para tener una erección.
Bien sabido es que cuidar la salud en general ayuda a un mejor funcionamiento, incluyendo el ámbito sexual. El sedentarismo, el exceso de colesterol y la obesidad vienen dados por hábitos poco saludables que pueden tener una influencia importante sobre la erección.
Los problemas vasculares, algunas enfermedades neurológicas y afectaciones de los cuerpos cavernosos (como la enfermedad de Peyronie) tienen las dificultades de erección entre sus síntomas
Por eso es importante hacerse un reconocimiento médico para descartar cualquiera de estas enfermedades.
Determinadas deficiencias en los niveles de hormonas pueden ocasionar problemas relacionados con la erección, por lo que se suele recurrir al tratamiento
hormonal en estos casos.
Desde el alcohol y el tabaco hasta la cocaína y las anfetaminas, pasando por fármacos como los antihipertensivos o los antidepresivos, hay muchas sustancias que pueden influir en la capacidad de erección.
Algunas operaciones pueden derivar en problemas de este tipo, como la prostatectomía radical en los casos de cáncer de próstata.
Los factores psicológicos se trabajan con terapia psicológica y sexológica, aunque hay personas que al recurrir a ayudas farmacológicas experimentan mayor seguridad a la hora de afrontar sus relaciones sexuales aunque el origen de sus dificultades no sea físico. Estas variables son más complejas ya que suelen estar interrelacionados, pero vamos a tratar de separarlas.
La respuesta de ansiedad está regulada por el Sistema Nervioso Simpático (encargado de la activación), mientras que la respuesta sexual está regulada por el Sistema Nervioso Parasimpático (relacionado con estados de relajación). Como estas dos divisiones del Sistema Nervioso no pueden actuar al mismo tiempo, al ir a un encuentro sexual con ansiedad no puede darse la respuesta de excitación. El problema puede surgir cuando, a raíz de una experiencia puntual de pérdida de la erección, el episodio se viva con una percepción de fracaso que haga que las siguientes relaciones sexuales se afronten con anticipación ansiosa.
Cómo no, el estrés puede ser causa de cualquier malestar. Las etapas de la vida en las que las dificultades parecen amontonarse y no hay tiempos ni recursos para nada dejan poco margen para relajarse a la hora de disfrutar de la sexualidad. Mantener un estado de tensión constante no permite que se activen los mecanismos necesarios para tener una erección, y esto puede unirse a cualquiera de los otros posibles factores que estén influyendo en el problema.
Las expectativas en pareja son fundamentales en estos casos. Una mala reacción ante una pérdida de erección puede ejercer una gran presión y perpetuar el problema, puesto que ya de por sí existe una expectativa exagerada a nivel de género a la hora de “rendir” en el sexo y satisfacer a la pareja (como si nuestro placer sexual fuese responsabilidad de nuestra pareja). Esto, unido al coitocentrismo (o sea, la tendencia a basar todas las relaciones sexuales en la penetración) hace que el momento del coito sea tenso y agobiante. Esto puede darse en pareja cuando no hay un buen hábito de comunicación sexual, pero también ocurre en relaciones esporádicas en las que no existe un grado de confianza que permita relajarse y disfrutar de manera conjunta.
Sea cual sea la causa, es importante tratar la Disfunción Eréctil para que no desemboque en otros problemas como el bajo deseo sexual, problemas en la eyaculación o conflictos de pareja.
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