Efectos psicológicos de la contaminación. El desarrollo de las sociedades modernas ha traído consigo muchas ventajas capaces de mejorar la calidad de vida de las personas, pero también ha generado problemas de gran escala y que suponen un gran reto. Probablemente el principal sea el alarmante aumento de la contaminación, que a su vez ha dado pie al calentamiento global.
Ahora bien, aunque los principales efectos de la contaminación se hagan ver en el entorno natural y en la alteración de los ecosistemas, esta también causa alteraciones en la manera de pensar, sentir y comportarse de las personas. Por ello, en este artículo conoceremos los principales efectos psicológicos de la contaminación, y el modo en el que nos perjudican.
Efectos psicológicos de la contaminación
Estos son los efectos psicológicos que el aumento de la contaminación ha producido en nuestras vidas a nivel global, si bien ciertas regiones quedan más comprometidas que otras debido a su exposición a los gases tóxicos, los desperdicios, etc.
En todos los casos te darás cuenta de que alterar nuestro entorno introduciendo gases, líquidos y sólidos producidos por nosotros puede llegar a cambiar masivamente no solo la calidad de vida de cada persona, sino el funcionamiento de la sociedades a gran escala.
1. Descenso del nivel de inteligencia
Aunque parezca extraño, la contaminación está asociada a un descenso del nivel de inteligencia de las personas que habitan los entornos afectados. De hecho, se cree que en las zonas más perjudicadas, la exposición al aire contaminado tiene un efecto sobre la inteligencia equivalente a haber perdido un año de escolarización durante la infancia por el modo en el que daña la agilidad mental (algo grave, teniendo en cuenta que la escolarización es el factor ambiental que más puede hacer subir el CI en una persona).
En concreto, varias investigaciones han observado que este efecto en el CI tiene que ver con la acumulación de plomo en el sistema nervioso, algo que puede ocurrir desde la infancia y que ralentiza el desarrollo del cerebro.
2. Menos tendencia a compartir el tiempo libre en espacios abiertos
Muchos de los efectos psicológicos de la contaminación tienen que ver con las relaciones sociales y la manera en la que adoptamos hábitos a la hora de interactuar con el entorno. Por ejemplo, el aire contaminado puede hacer que nos movamos menos si nuestro lugar de residencia es una zona urbana con falta de espacios naturales limpios.
En algunas ciudades de China y del sudeste asiático, por ejemplo, estar en la calle para algo más que no sea ir de un lugar a otro resulta inconcebible. Esto puede potenciar el aislamiento social y el debilitamiento de las redes de ayuda y de solidaridad entre personas.
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3. Menor productividad en los lugares de trabajo
Existen varios estudios que han hallado un vínculo entre la presencia de la contaminación y una reducción en los niveles de productividad. Esto puede estar vinculado a varios factores, como las dificultades para concentrarse o la necesidad de realizar más pausas para conseguir los mismos resultados.
4. Menos rendimiento académico
Se ha observado que los alumnos de las escuelas más próximas a espacios naturales y libres de contaminación rinden más y obtienen mejores notas en los exámenes.
Además, se cree que esto tiene que ver con la capacidad a la hora de concentrarse, dado que el poder respirar bien facilita enormemente el funcionamiento del cerebro, conjunto de órganos conocido por ser excepcionalmente sensible a la falta de oxígeno y a la infiltración de agentes contaminantes en el cuerpo.
¿Qué hacer para evitar esto?
Está claro que revertir esta situación pasa por cambiar las cosas a gran escala. Apostar por fuentes de energía no contaminantes, por el transporte público, y por maneras de producir y de distribuir productos más respetuosas con el medio ambiente.
Por nuestra parte, los psicólogos también tenemos la tarea de educar y concienciar a las personas para que no asuman que la contaminación es tan solo una experiencia desagradable, que hace que huela mal y que los entornos dejen de ser estéticamente placenteros. Las implicaciones de interferir agresivamente en la naturaleza también nos afectan a nosotros, aunque tardemos en darnos cuenta de ello.
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Referencias bibliográficas:
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