Los pensamientos intrusivos son un síntoma de ansiedad. Es bastante frecuente en terapia escuchar a personas que acuden porque tienen “pensamientos negativos” que les aparecen sin motivo, de manera inconsciente y que les dejan una mala sensación o malestar difícil de controlar.
Esto de lo que hablamos en psicología se define como pensamientos intrusivos. Aparecen de modo involuntario interrumpiendo la actividad normal, dejando esa sensación que decíamos antes de malestar emocional y que incluso a veces son difíciles de eliminar.
Este tipo de pensamientos que aparecen de manera espontánea e incontrolada los tenemos todos, sobre todo en periodos de nuestra vida en los que pasamos por momentos de estrés, cuando nos enfrentamos a cambios importantes o en momentos precisos de ansiedad. Sin embargo, cuando este tipo de pensamientos ser vuelven recurrentes, dejan de ser algo puntual para convertirse en obsesivos y nos dejan un poso emocional negativo, quizá sea el momento de prestarles atención.
Hay dos formas en que se manifiestan estos pensamientos:
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- como una imagen muy vivida de algo concreto (visualizando la imagen)
- como una idea abstracta (rumiando una idea en concreto que no se me quita de la cabeza)
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Las personas que padecen depresión o ansiedad suelen tener este tipo de pensamientos que son difíciles de relativizar, y que con el tiempo pueden cobrar mayor importancia; también es común en personas obsesivas.
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Nuestra Terapia para la Ansiedad
Cómo afrontar los pensamientos intrusivos
“He tenido una fuerte discusión con una persona y no puedo quitármelo de la cabeza, estoy todo el rato dándole vueltas al asunto… siento mucho enfado, a veces rabia y a veces tristeza…”
Es evidente que este pensamiento no nos favorece para nada, puesto que no estamos dando una solución al problema, simplemente estamos dándole vueltas al asunto pero no hay una solución.
En este caso, podríamos pensar en buscar la solución pero antes tendríamos que hallar algo que nos haga relajarnos. Puede servir escribir todo lo que estamos sintiendo y leerlo más tarde para ver si estamos engrandeciendo la situación; hablarlo con alguien ajeno también nos puede ayudar a ver las cosas desde otro punto de vista.
Estos pensamientos que aparecen de manera espontánea los tenemos todos, pero cuando son muy recurrentes quizá sea el momento de prertarles atención
Pero ¿qué hago para calmarme en ese momento? Lo primero y más importante es localizar el pensamiento que nos está alterando e identificarlo. Hacernos conscientes de que es un pensamiento invasivo y recurrente y entender que no por pensar algo significa que sea cierto. En segundo lugar no forzarnos a que desaparezca. Dejarlo estar sin pretender que desaparezca, conscientes como decíamos de que es un pensamiento de tipo obsesivo pero no por ello real. De esta manera vamos deteniendo el círculo vicioso o el bucle que nos generan los pensamientos negativos, y poco a poco dejaremos de identificarnos con esas ideas que nos perjudican. Otra manera de trabajar el pensamiento es escribirlo y leerlo durante un rato hasta que notemos que pierde fuerza y baja la ansiedad, a esta técnica se le llama saciación.
Es importante entender que estos pensamientos no tienen por qué reprimirse ni tampoco suprimirse. A medida que comprendemos el funcionamiento que tienen se van espaciando y se aprende a que son controlables. Afrontar estos pensamientos involuntarios es la clave para conseguir tratarlos de manera efectiva. Pensamientos intrusivos: ¿qué son y cómo afrontarlos correctamente?
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