Presión social: ¿Qué es y cómo te afecta?

Presión social: ¿Qué es y cómo te afecta?

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Ese primer cigarro que fumaste de adolescente y del que te sigues arrepintiendo, tiempo perdido pensando en qué ropa te vas a poner, hacerte una cuenta de Instagram o salir a tomar algo cuando prefieres quedarte en casa. Tenemos todo tipo de presiones en nuestro día a día que, parándonos a pensarlo, no tienen mucho sentido. En realidad, esto es lógico si tenemos presente la idea acertada de que todos y todas queremos encajar en nuestro entorno o en nuestros grupos sociales. La presión social está presente (en algunas personas más y en otras menos) por mucho que no nos guste.

Pero ¿en qué medida nos afecta la presión social en nuestro día a día? ¿es tan influyente como pensamos? ¿de qué hablamos cuando hablamos de presión social? En este artículo te explicaremos qué es la presión social y en qué consiste, así como señalar cómo nos afecta o nos puede llegar afectar. Finalmente, te daremos algunos consejos para evitar que la presión social te afecte demasiado.

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¿Qué es la presión social?

La presión social es un proceso psicológico por el cual la persona está dispuesta a cambiar su forma de comportarse o de llevar a cabo una acción determinada con tal de ser aceptada en un grupo de gente. Este cambio en la conducta también tendrá como objetivo gustar a los demás, evitar ser rechazada o caer bien. Sin embargo, no debemos perder de vista que el cambio en la forma de actuar se hará en base a expectativas en las que se puede acertar… o no. En resumen, actuar por presión social no garantiza la inclusión en el grupo. Las conductas que podemos cambiar por presión social pueden ser desde ir a un determinado lugar como decir una opinión que realmente no se tiene (aquí lo que cambia es el acto de hablar, no la opinión en sí).

Por otro lado, la presión social cumple una función muy importante: mantenernos cerca de la gente que nos importa. El problema está cuando dejamos que este fenómeno psicológico actúe en situaciones que no tienen tanta trascendencia en nuestra vida o cuando tenemos tanto miedo a sufrir el más mínimo de rechazo que nos acostumbramos a actuar de la forma que creemos que se espera de nosotros y nosotras. Este último caso, extremo, puede deberse a haber tenido experiencias traumáticas en las que hemos vivido el rechazo muy de cerca y por parte de personas a las que queríamos gustar o que nos quisieran.

Otra característica que tiene este proceso psicológico es que podemos darnos cuenta de que actuamos por presión social (es decir, ser conscientes de que hacemos algo por presión social), aunque la mayoría de las veces actuamos de forma inconsciente bajo este fenómeno. No nos juzguemos y tangamos en cuenta que la necesidad de las personas de encajar, de sentirse vistas, de verse valoradas es una necesidad psicológica básica y que, en parte, nos ayuda a ir construyendo nuestra identidad mientras crecemos.

¿Cómo te afecta la presión social?

La presión social nos afecta, sobre todo, a la hora de tomar decisiones. No solo decisiones banales, también algunas que pueden tener consecuencias graves para la salud. Por ejemplo, mencionábamos al principio el hecho de empezar a fumar cuando el resto de nuestras amistades lo hacen. También, empezar a beber alcohol. Cada vez los adolescentes empiezan a edades más tempranas a consumir estas sustancias.

Lo cierto es que creemos que los más vulnerables a la presión social son los adolescentes. Sin embargo, también en la edad adulta tomamos muchas decisiones por presión social que deberíamos empezar a replantearnos. Por ejemplo, nos depilamos e intentamos responder a otros cánones de belleza incluso aunque sea doloroso. Otra cosa que muchas personas hacen por presión social (o me atrevería a decir, casi por inercia) es buscar y tener pareja. Casarse y tener hijos parece una obligación para muchas personas que ni siquiera se han planteado que otro modo de vida es elegible y posible. La maternidad y la paternidad también podrían meterse en este saco. Atención, la presión social siempre va a tener como punto de referencia el grupo al que más cercanía se tiene, por lo tanto, si en ese grupo lo más común es la soltería la presión social puede tener el mismo poder que la tiene en entornos donde el matrimonio es la norma.

Muchos estudios han demostrado que un individuo es capaz de expresar una opinión distinta a la que tiene por el hecho de sentirse incluido. Otros factores más individuales que pueden influir son la baja autoestima, la dependencia emocional, habilidades sociales poco desarrolladas, haber sufrido acoso o abusos, etc.

 

7 claves para combatir la presión social

A continuación describimos una serie de consejos clave para combatir la presión social.

1. Aprende a decir “no”

Poner límites es muy importante para no sucumbir a la presión social. Esto no lo hace más sencillo. Todo lo contrario, decir que no a algo que la gente hace por presión social requiere de tener lo que tú piensas y quieres en tu vida muy claro. Cuidado, esto no hará que la presión social desaparezca: por ejemplo, si decides no ser madre, la gente te seguirá diciendo que “no sabes lo que te estás perdiendo” o “si estás en el mejor momento para serlo”, pero tú tienes claro que no.

2. Ten claros tus valores

En consonancia con poner límites, para ponerlos hace falta tener claro lo que es importante para nosotros y nosotras en nuestra vida y cómo queremos vivirla. Por ejemplo, si te ofrecen tabaco y para ti es importante la salud, entrarás en el dilema de querer encajar y no dañar tu salud al mismo tiempo. Si tienes claro cuál de las dos cosas valoras más no sucumbirás a la presión social.

3. Date tiempo para responder

No pasa nada si esos valores o una opinión determinada no los tienes claros de momento. Está bien si solo respondes: “No sé qué decir a eso ahora mismo, pero lo pensaré”. Esto te dará tiempo a reflexionar sobre qué es lo que quieres tú. Además, algo que ayuda mucho a no actuar bajo presión social es tener mucho autoconocimiento.

4. Ten criterio propio

Para saber cuáles son tus opiniones y tus ideas, infórmate sobre el tema sobre el que dudes. A más información tengas, más capacidad de elección tendrás. Tus ideas se irán formando poco a poco, de manera que paulatinamente podrás ir teniendo un criterio propio sobre la forma de actuar en una determinada situación o sobre algún debate.

5. Elije tus amistades

Habrá grupos que no puedas evitar como compañeros de trabajo o gente de tu clase. Sin embargo, tienes la opción de elegir otros grupos. No se trata de abandonar los previos, si no simplemente ser consciente y saber con quién puedes ser tú mismo o tú misma y con quién debes “morderte un poco la lengua”. Recuerda que la presión social nos ayuda a encajar, pero no necesariamente esto implica que te traiciones a ti y a tus principios, pero puedes expresar lo que opinas sin discutir. Lo cual nos lleva al siguiente punto.

6. Practica la asertividad

La asertividad es la habilidad de expresar lo que pensamos y sentimos sin herir o minusvalorar la opinión de los demás. Se trata de defender tus propias ideas sin pretender cambiar las de la persona que tienes enfrente (en ese caso, estaríamos hablando de manipulación). Con la asertividad consigues que la gente te escuche sin ponerse a la defensiva o sin tacharte de equis y, además, escuchas y aprendes de los demás.

7. Ve a terapia

En el caso de que no conozcas bien tus valores, que creas que tener criterio propio te cuesta o que no eres capaz de poner límites, no te vendría mal iniciar un proceso terapéutico. En ocasiones, todo esto se debe a que no tenemos un buen autoconocimiento de nosotros y nosotras, lo que a su vez puede deberse a haber sufrido experiencias traumáticas de rechazo y abuso en el pasado (aunque no necesariamente). La terapia te ayudará a desentrañar todo eso y a poner soluciones a tu tendencia a actuar por presión social.

Conclusiones sobre la presión social

Ten esto en cuenta: las decisiones que tomas bajo presión social no son decisiones libres. Cuando tomamos una decisión de este tipo (como, por ejemplo, llevar algo que esté a la moda) podemos justificarnos y decirnos cosas como “lo hago porque quiero”, pero será un autoengaño. No queremos criticar que la gente caiga en la moda o lleve a cabo determinada acción por presión social. Ni mucho menos. Pero es bueno preguntarse de vez en cuando si realmente deseamos lo que deseamos.

Por otro lado, queremos recordar que irse al extremo y no hacer absolutamente nada que se haga por presión social seguramente también tenga sus desventajas. A veces, por no quedarse apartado, tocará ceder. Todos y todas tenemos la necesidad de ser queridos y queridas.

¿Buscas ayuda psicológica?

Si crees que la presión social puede contigo y que no sabes muy bien cómo gestionar esto, es el momento de que te plantees acudir a terapia. En Avance Psicólogos contamos con un equipo de expertos y expertas en desarrollo personal. A través de las terapias humanistas y las terapias contextuales te acompañaremos en el camino del autoconocimiento y te ayudaremos a clarificar tus valores.

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Referencias bibliográficas:

Aronson, E., Wilson, T. D., & Akert, R. M. (1994). Social psychology: The heart and the mind. HarperCollins College Publishers.

Asch, S. E. (1955). Opinions and social pressure. Scientific American193(5), 31-35.

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autora del artículo

Brenda Ruano Bodemer

PSICÓLOGA SEXÓLOGA COLEGIADA M-34490

Brenda Ruano Bodemer (Madrid, 1993) se graduó en Psicología por la UCM. Trabaja en la consulta privada desde 2016. Desde entonces, lleva formándose en distintos ámbitos de la psicología: Máster en Sexología, educación sexual, asesoramiento y terapia sexual (UCJC, IUNIVES), Máster en Psicología General Sanitaria (Universidad de Nebrija). Título en Psicología Afirmativa en Diversidad Sexual y de Género (COP). Además de la consulta privada, ha trabajado en centros de día de adicciones y, actualmente, imparte talleres de Educación Sexual en institutos y da formación a profesores sobre Educación Sexual.

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