La adicción al alcohol es, junto con el tabaquismo, uno de los trastornos de tipo adictivo más frecuentes en nuestra sociedad. Además, tiene consecuencias severas para la salud, por lo que está asociado a una alta mortalidad.
En este artículo veremos cuáles son las principales características de la adicción al alcohol, y varias ideas clave acerca de su tratamiento.
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¿Qué es el alcohol?
Antes de determinar posibles causas detrás del alcoholismo, vamos a clarificar qué es aquello que denominamos alcohol.
El alcohol es un líquido transparente que tiene un olor distintivo y se puede disolver tanto en agua como en grasas. Es una sustancia psicoactiva que afecta nuestro sistema nervioso central, causando una disminución en su funcionamiento y, en algunos casos, puede generar dependencia. Aunque el alcohol aporta calorías, no contiene nutrientes esenciales como vitaminas, proteínas o minerales que sean beneficiosos para nuestro organismo.
Se trata de una droga ampliamente accesible, con una elevada tolerancia social. Su consumo está más que normalizado, lo que puede hacer muy difícil abandonar su uso tras haber experimentado una adicción. Cuando alguien se vuelve adicto al alcohol o a otra droga, no sólo se produce un enganche en términos estrictamente físicos. La persona también desarrolla una adicción psicológica, de tal manera que el simple hecho de exponerse a entornos donde solía consumir desata en ella un fuerte deseo de beber.
El alcohol es una de las pocas drogas que la inmensa mayoría de la población ha consumido alguna vez. Incluso aquellas personas que actualmente llevan un estilo de vida abstemio han tomado en algún momento del pasado una copa.
Una bebida se clasifica como alcohólica cuando contiene etanol, un tipo de alcohol también conocido como alcohol etílico, de forma natural o adquirida, con una concentración igual o superior al 1% de su volumen. Es importante destacar que no todas las bebidas contienen la misma cantidad de alcohol. Por lo general, podemos distinguir dos tipos principales de bebidas alcohólicas:
1.Bebidas fermentadas
Estas bebidas se obtienen a partir de frutas o cereales. Las levaduras descomponen los azúcares presentes en estos ingredientes y los convierten en alcohol. Algunos ejemplos de bebidas fermentadas son el vino (hecho de uvas), la sidra (hecha de manzanas) y la cerveza (hecha de cebada y otros cereales).
2. Bebidas destiladas
Estas bebidas se producen mediante un proceso llamado destilación, en el cual se elimina parte del agua contenida en las bebidas fermentadas mediante calor. Esto resulta en un contenido de alcohol más elevado en comparación con las bebidas fermentadas. Algunas bebidas destiladas incluyen el coñac, la ginebra, el whisky, el ron y el vodka.
¿Qué entendemos por adicción al alcohol?
La adicción al alcohol, también conocida como alcoholismo, es un trastorno caracterizado por la dependencia del consumo de bebidas con etanol. Esta dependencia se plasma en el hábito de beber con mucha frecuencia, y en muchas ocasiones, llegando a un estado de ebriedad. Este patrón de comportamiento no solo desgasta la salud de la persona, sino que también pone en riesgo la integridad de los demás al hacer más probable que ocurran accidentes, y por otro lado los vínculos sociales y laborales de las personas adictas se ven muy dañadas.
El alcoholismo es un problema de salud muy frecuente: afecta a alrededor de un 5% de la población mundial mayor de 15 años
Tipos de adicción al alcohol
Estos son los principales tipos de alcoholismo.
1. Alcoholismo de tipo I
Esta es la forma de adicción al alcohol más frecuente, y se caracteriza por su aparición gradual durante la adultez: se empieza con ingestas excesivas en momentos puntuales, y poco a poco estas experiencias de embriaguez se van volviendo más habituales.
2. Alcoholismo de tipo II
En este tipo de alcoholismo, la adicción aparece en poco tiempo, y durante la adolescencia. Suele darse en casos de individuos con tendencia a transgredir las normas y a presentar problemas de gestión de la ira.
Síntomas de la adicción al alcohol
Estos son los principales síntomas de la adicción al alcohol.
1. Tendencia a beber como rutina, también a solas
Las personas que han desarrollado alcoholismo no beben solo en eventos sociales que se prestan a ello. También lo hacen a solas, incluso sin estar haciendo otra cosa (comer, leer las noticias, etc.).
2. Atracones de bebidas alcohólicas
Las personas con alcoholismo tienden a darse atracones de bebidas alcohólicas, vaciando 4, 5 o más copas en cuestión de minutos o pocas horas, hasta un punto en el que el nivel de concentración de alcohol en la sangre es igual o superior a 0.08%. Estos sucesos se producen con relativa frecuencia, en la escala temporal de días, semanas o meses.
3. Siguen bebiendo a pesar de que ven las consecuencias negativas de ello
En las adicciones lo irracional siempre va claramente por delante de la lógica aplicada a parámetros objetivos de salud y calidad de vida. Por eso, las personas con alcoholismo siguen bebiendo incluso sabiendo que eso les trae muchos problemas a medio y largo plazo.
4. Buscan excusas para negarse a dejar el alcohol
Las personas con adicción al alcohol intentan justificar este hábito, e incluso minimizan el impacto negativo de este. Como no resulta sencillo defender su punto de vista, es habitual que se pongan a la defensiva rápidamente cuando se saca el tema y muestren enfado o irritabilidad para zanjar la conversación.
5. Cada vez necesitan consumir más
A medida que pasan los meses y los años, quienes sufren esta adicción sienten que necesitan beber más y más, y a la vez, el estado de ebriedad tarda más en llegar, en el sentido de que deben consumir más para que “se les suba a la cabeza”.
Causas de la adicción al alcohol
Como venimos comentando, el consumo de alcohol es un fenómeno habitual en la sociedad. Este se encuentra presente en numerosos eventos y situaciones cotidianas, por no hablar de su fácil adquisición por precio y disponibilidad.
Sin embargo, no todo el mundo que bebe alcohol en cantidad considerable se convierte en adicto. Hay algunos aspectos que juegan un papel importante en este sentido, de forma que sólo ciertos individuos terminan por desarrollar alcoholismo.
Ante todo, debemos tener muy presente que la adicción al alcohol es resultado de la confluencia de diferentes variables. No posee una causa única, sino que suele derivarse de la unión de cierta predisposición genética con algunos factores ambientales.
Veamos algunas de las causas más comunes que subyacen a la adicción al alcohol.
1. Trastorno mental
Las personas que sufren algún trastorno psicológico tienen más probabilidad de desarrollar adicción a sustancias como el alcohol. Hay diferentes hipótesis que pueden explicar este hecho. Una de las más extendidas es la que sostiene que el alcohol es una vía de escape ante el sufrimiento. Cuando alguien sufre problemas emocionales, puede encontrar en la bebida una especie de anestesia. Aunque puede empezar tomando alguna copa puntual, pronto su organismo requiere más cantidad para lograr el mismo efecto. Poco a poco, es fácil que la persona acabe dependiendo de esta sustancia para poder sentirse bien y evadirse.
Por otro lado, también se ha planteado la posibilidad de que el alcoholismo comparta una etiología común con otros trastornos psicológicos. De esta forma, la vulnerabilidad a ciertos problemas emocionales también implica mayor riesgo de caer en una adicción
2. Cultura y sociedad
Como venimos planteando, vivimos en una sociedad que normaliza y refuerza el consumo de alcohol. De hecho, quienes optan por un estilo de vida abstemio suelen sentirse juzgados con frecuencia y tachados como aburridos. El alcohol se vincula con la diversión, la alegría, la socialización… lo que hace que todos sus efectos negativos queden olvidados. Estar inmersos en un contexto social como este hace que sea difícil mantenerse lejos de la bebida. Cualquier escenario social representa una oportunidad para tomar una copa, de manera que es bastante sencillo iniciarse en el consumo y desarrollar una adicción con el tiempo.
3. Situación familiar
La familia en la que hemos sido criados influye en nuestro riesgo de desarrollar alcoholismo. Además del papel de la predisposición genética, parece que también tienen peso aspectos como la calidad de la comunicación en el hogar y la forma de expresar y gestionar las emociones. Los entornos familiares distantes, con interacciones deficientes y poco asertivas y en los que apenas se habla de emociones, son el caldo de cultivo perfecto para crecer con una pobre conexión con nosotros mismos. Si en casa no hemos aprendido a relacionarnos con los sentimientos, es esperable que busquemos formas de huir de las emociones difíciles.
En el hogar también es clave la educación en valores. Si no hemos desarrollado un sentido vital claro, con valores firmes con los que nos sintamos identificados, es posible que lleguemos a sentirnos perdidos y desorientados. En una situación de crisis como esta, el alcohol también puede ser una solución rápida y temporal.
4. Entorno escolar problemático
El entorno escolar es otro espacio que influye notoriamente en la persona que somos, especialmente en la adolescencia. Los alumnos más proclives al abuso del alcohol son aquellos con fracaso escolar, víctimas de discriminación y falta de sentido de pertenencia al grupo.
Si en esta etapa de vulnerabilidad el centro no crea un clima que permita al alumnado sentirse arropado, comprendido y orientado, es fácil que el abuso de sustancias se convierta en un problema habitual. Los jóvenes necesitan que sus profesores sean referentes y figuras de apoyo sólidas. Un entorno escolar inclusivo, que reconoce la riqueza de la diversidad y brinda canales de gratificación saludables es un buen arma contra el abuso de drogas como el alcohol.
5. Problemas de empleo
La situación laboral de una persona también puede influir en su riesgo de desarrollar alcoholismo. En particular, los individuos con empleo inestable o desempleados pueden estar más expuestos a un consumo abusivo de esta sustancia.
Por otro lado, hay ciertas profesiones que pueden implicar un contacto más estrecho con el alcohol. El trabajo en la hostelería o vinculado con las relaciones públicas es uno de los más peligrosos en este sentido, ya que como hemos comentado la bebida forma una parte importante de la vida social.
¿Cuál es su grado de peligrosidad?
A pesar de que el uso de las bebidas alcohólicas está muy normalizado tras siglos de uso generalizado en buena parte de las culturas humanas, no hay que olvidar que el alcoholismo es una de las formas de adicción más peligrosas. De hecho, las muertes directas e indirectas causadas o propiciadas por el consumo de alcohol son más numerosas que las de todas las drogas ilegales juntas.
Por otro lado, entre las complicaciones de salud de tipo psiquiátrico o neurológico asociadas a esta adicción encontramos el Síndrome Alcohólico Fetal, el Síndrome de Wernicke-Korsakoff, la ideación suicida, y los brotes de psicosis y delirios. Entre las patologías físicas derivadas del alcoholismo, destaca la cirrosis y las enfermedades cardíacas, si bien se estima que puede dar paso a más de 60 tipos de enfermedades, según la OMS.
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Tratamiento de la adicción al alcohol
Tal y como hemos visto, la adicción es una patología severa que entraña riesgo de muerte y que incluso pone en peligro a los demás; por ello, debe ser tratada cuanto antes. Por fortuna, existen metodologías terapéuticas que se han mostrado eficaces a la hora de ayudar a las personas a superar la etapa de dependencia, haciendo que rompan el ciclo de consumo y malestar por abstinencia.
Se recomienda contar tanto con asistencia psiquiátrica como con psicoterapia, para intervenir en el cuerpo y también en los patrones de conducta en los que se apoya el trastorno. En algunos casos se hace necesario un internamiento para facilitar el proceso de desintoxicación. Una vez se ha eliminado el alcohol que quedaba en el cuerpo, se van realizando intervenciones psicológicas de rehabilitación y prevención de recaídas. Esto suele durar varios meses, al final de los cuales las sesiones de terapia van siendo cada vez más espaciadas.
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