Hormonas de la felicidad: ¿Cuáles son y como te influyen?
Hormonas de la felicidad: ¿Cuáles son y como te influyen?. Muchas veces se dice que la felicidad es una simple cuestión de química, de las moléculas que en un momento dado circulan por nuestro cerebro y vasos sanguíneos. ¿Es esto cierto?
Veamos qué se sabe hoy en día acerca de las llamadas “hormonas de la felicidad” y cómo nos afectan.
Cuando se habla de las hormonas de la felicidad, se suele hacer referencia a las siguientes.
Las endorfinas son sustancias conocidas por su efecto analgésico y su relación con la práctica deportiva. Estas hormonas son capaces de provocar una acción anestésica en el cerebro, y por este motivo juegan un papel crucial en la percepción del dolor en las partes del cuerpo. Su propio nombre hace alusión a su capacidad para calmar el dolor, pues son como “morfina natural” o “morfina producida por nosotros”.
Y no solo reducen la percepción del dolor, sino que también pueden eliminarla, sobre todo en situaciones de mucha tensión. Por ejemplo, si tuviéramos un accidente y viéramos que alguien cerca necesitara nuestra ayuda, las endorfinas anularían momentáneamente nuestro dolor para poder actuar y ayudar al prójimo sin sentir sufrimiento alguno.
Si bien no sentir dolor físico no es sinónimo de felicidad, se es más feliz sin dolor que con. Mantener hábitos de vida que favorezcan la producción de las endorfinas puede ser una buena forma de aliviar el dolor y, a su vez, sentir felicidad.
La mejor manera de mantener altos los niveles de endorfinas es haciendo deporte, pues estas sustancias se liberan tras hacer ejercicio de intensidad media a alta. Y si el deporte lo practicamos con amigos, mejor, pues esta hormona también es liberada al establecer contacto agradable con otras personas.
La serotonina parece ser la hormona con mayor peso en cuanto a su capacidad de inducir un estado subjetivo de bienestar y subirnos el ánimo.
De hecho, la hipótesis biológica más conocida de la depresión es la serotoninérgica, la cual sostiene que en pacientes con este trastorno el problema está en unos niveles bajos de serotonina. Por este motivo muchos fármacos antidepresivos actúan sobre los receptores de serotonina en el cerebro como los ISRS.
Cuando los niveles de serotonina aumentan de forma saludable, ya sea por haber vivido una situación agradable o por haber alcanzado una meta personal, nos sentimos relajados y positivos.
Una curiosidad de esta sustancia es que se ha visto que si se presentan niveles bajos de esta hormona, se incrementa la necesidad de comer. Por lo tanto, una de las funciones de la serotonina sería la de crear la sensación de saciedad, además de regular los movimientos del intestino.
No se puede hablar de la serotonina sin mencionar a la sustancia que podría haber sido el miembro número 5 de las hormonas de la felicidad: el triptófano. Se trata de un aminoácido que es el precursor de la serotonina y que, en caso de no tomarse en las cantidades adecuadas, difícilmente nuestro organismo va a poder producir la serotonina.
Cabe decir que esta hormona es una espada de doble filo, pues tenerla en exceso no es saludable. Un incremento abrupto de su producción, como es el que se da cuando se da un mal uso de los antidepresivos, puede hacer que se acumule en el cerebro. Como consecuencia de ello se puede dar el síndrome serotoninérgico, con síntomas muy graves como fiebre alta, convulsiones y ritmo cardíaco irregular.
La dopamina tiende a ser vista como “la hormona del amor”. Es considerada como el centro del placer, pues se le atribuye impulsarnos a repetir esas acciones que nos proporcionan satisfacción. Tiene un rol muy importante en el desarrollo de adicciones a sustancias como el tabaco, el alcohol y otras drogas pues influye en el circuito de la recompensa del cerebro.
Se pueden incrementar los niveles de la hormona dopamina comiendo fruta muy madura, como por ejemplo las partes oscuras de los plátanos. También es importante consumir alimentos ricos en antioxidantes, mayormente frutas y verduras y combaten los radicales libres que, además de provocar otros efectos dañinos en el organismo, reducen la producción de dopamina.
Al igual que le sucede a la serotonina, no es recomendable tener niveles demasiado altos de dopamina. Altas concentraciones de dopamina se han asociado con trastornos mentales, en especial los psicóticos como la esquizofrenia.
La oxitocina es considerada el neurotransmisor más importante a la hora de establecer vínculos afectivos y relaciones personales cercanas en general. De hecho, debido a estos efectos, no es extraño encontrar en los medios que se la conoce como la hormona del abrazo. También se la relaciona con el orgasmo, tanto el masculino como el femenino.
Si la dopamina está por las nubes cuando nos enamoramos, la oxitocina es la que hace que ese sentimiento perdure por mucho tiempo, pues adquiere un rol crucial en el establecimiento de vínculos emocionales que se forman al estar en contacto con los demás.
Esta hormona es la responsable de que se establezca y fortalezca el vínculo materno-filial. También interviene en la aparición de la empatía, la sociabilidad y la sensación de pertenencia a un grupo social. Es la sustancia química que nos brinda tranquilidad, reduce el estrés y la ansiedad y genera la sensación de confianza.
Como curiosidad, algunas investigaciones han visto que los efectos que genera la oxitocina en el cerebro se asemejan a los del alcohol. Ambas sustancias afectan varias zonas del cerebro, las mismas detrás de la sociabilidad, la pérdida del miedo al fracaso, el aumento de la confianza y la alteración del apetito. La oxitocina y el alcohol comparten también el efecto negativo de que, en altas dosis, provocan actitudes y acciones violentas.
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Los neurotransmisores como las endorfinas, la serotonina, la dopamina y la oxitocina nos producen sensaciones agradables como alegría, humor positivo, placer, seguridad, tranquilidad y confianza, siempre y cuando se encuentren en niveles saludables.
Al igual que con el resto de neurotransmisores y también con los propios psicofármacos, presentar niveles demasiado altos de las denominadas “hormonas de la felicidad” pueden traer consecuencias negativas para nuestra salud que van desde la aparición de trastornos psicóticos hasta la experimentación del síndrome serotoninérgico. Es decir, que cómo nos afectan estas moléculas depende del contexto y de las situaciones de la ida que nos llevan a generarlas y acumularlas en el organismo.
Así, nuestra salud mental no depende únicamente de las hormonas que en un momento dado circulan a través de nuestra sangre, ni de los neurotransmisores de nuestro cerebro. Como hemos visto, la liberación de estas sustancias en el cuerpo humano está ligada a las interacciones que realizamos con el entorno, y sobre todo, con nuestras relaciones sociales. Es por eso que para ser felices no debemos reducirlo todo a una cuestión de química, sino cuidar el aspecto psicológico del día a día: cómo nos comportamos para lograr nuestros objetivos, cómo nos posicionamos ante las crisis, cómo resolvemos conflictos, etc.
Por ello, si notas que estás pasando por malos momentos en tu vida, te invitamos a ponerte en contacto con nuestro equipo de profesionales de la psicología. En Avance Psicólogos ofrecemos servicios tanto de psicoterapia como de asistencia psiquiátrica, y atendemos de manera presencial y online.
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